Evaluar me parece injusto y cruel; reduce las experiencias a números con tablas de posiciones, y lo demás, ¿qué? El cierre de año trae el peso de las expectativas, las metas no logradas, los lugares a los que no llegamos, las cifras no alcanzadas, la sed que no terminamos de saciar.
Encuentro lógico que lo que no se mide no se puede mejorar; entonces vamos mirando los años de acuerdo a parámetros impuestos. Sobrevivir nos resulta escaso, olvidando que ese siempre ha sido el mayor reto de todo ser vivo, incluido el humano. Existir no es suficientemente valioso.
El año no se acaba, se acomoda en la memoria. Es un puñito en el cerro de nuestra vida; sin él no estaría completo, aunque por sí solo no tenga un gran impacto.
Podremos recordar este 2025 como el año en que mataron a un alcalde de México en una plaza pública durante las festividades del Día de Muertos; año en el que falleció el Papa Francisco, sucediéndole el Papa León XIV, primer estadounidense. Este 2025, se estrenó la película “Frankenstein”, del mexicano Guillermo del Toro, acumulando nominaciones a los Globos de Oro y los Critics Choice Awards; sin embargo, con reconocimientos o no, la película tiene un mensaje de toca fibras sensibles, que habla de la paternidad, del sentido de vida, del frío de la soledad y la compañía como propósito. La familia de Carlos Manzo perdió a un padre, a un esposo, a un hijo, independientemente de haber señalado la inseguridad en el país u ocupar el cargo de alcalde de Uruapan. El Papa Francisco tenía una historia llena de aventuras; no solo fue aquel hombre vestido de blanco que se asomaba desde el balcón del Vaticano con los zapatos desgastados.
La vida tiene un sentido más amplio.
Hoy, te invito a cerrar los ojos y agradecerte por los días recorridos con sus dulzuras y dificultades; agradeciendo los días que no tuvieron nada de espectaculares, así como aquellos en los que triunfaste. Si te fijas, en el proceso de una persona regular, hay muchos más días sencillos, de sobrevivencia amarga, agotadora, tranquila, aburrida, abrumadora… días, horas, minutos, semanas, de hacer lo que toca y sostenerse en pie… o sostener a otros. No creas que la vida de valor solo es para quienes se cuelgan medallas constantemente en el cuello porque, nadie, solo tú sabes lo que ha implicado cada día de tu vida.