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Toda la sangre: asesinatos rituales en un neo-noir mexicano

Esta serie sigue a un periodista y a una policía en un caso base para criticar la violencia urbana y la discriminación hacia las comunidades indígenas de nuestro país, no sin ciertas carencias en el tono y el ritmo de la narrativa.

Toda la sangre: asesinatos rituales en un neo-noir mexicano

Toda la sangre: asesinatos rituales en un neo-noir mexicano

JOSÉ TAPIA

En un presente dominado por la cultura líquida, donde los relatos se diluyen con la misma rapidez con que aparecen en las pantallas, uno de los fenómenos más visibles es la sobreproducción de series. La abundancia de títulos no es únicamente un síntoma de la era del streaming; se trata de un ciclo que viene desde las televisoras tradicionales, que durante décadas se enfrentaron en guerras de ratings para retener audiencias. La diferencia es que hoy, en el marco del capitalismo tardío, la disputa ya no se libra sólo en un horario estelar sino en la omnipresencia de las plataformas digitales, que buscan apropiarse de cada minuto libre de los espectadores.

En los años noventa, HBO intentó diferenciarse al elevar la calidad de sus producciones, apostando por series que marcaron un antes y un después en la historia de la televisión, algo que lograron con Los Soprano (1999) o The Wire (2002). Esa lógica —competir por prestigio además de números— fue absorbida tiempo después por Netflix, Amazon Prime, Disney+ y HBOMax,entre otros estudios. El resultado es un híbrido donde conviven propuestas diseñadas para verse de maratón durante un fin de semana con otras que buscan mantener a la audiencia al borde del asiento con el cierre de cada capítulo semanal. Sin embargo, esta dinámica ha provocado que muchas narrativas terminen fragmentadas o diluidas, sin identidad clara.

En este contexto aparece Toda la sangre (2022), una serie mexicana distribuida por Starz y coproducida por Pantaya, Spiral International y Fremantle. Basada en la novela homónima de Bernardo Esquinca (publicada en 2013 dentro de la llamada “trilogía Casasola”), la obra se presenta como un thriller policiaco con tintes de terror y misticismo, que mezcla la estética del narco-thriller con elementos culturales prehispánicos: rituales, sacrificios y el folclor que persiste como huella viva de las comunidades indígenas.

LOS PROTAGONISTAS

La serie puede leerse como un intento de construir un neo-noir a la mexicana. Su protagonista, Eugenio Casasola (interpretado por Aarón Díaz), es un periodista en busca de la nota que lo catapulte a la fama, un antihéroe clásico que deambula entre la obsesión y la decadencia. En los primeros episodios lo vemos conviviendo con personas en situación de calle para entender sus hábitos y escribir sobre ellos, lo que lo coloca como un observador que no termina de pertenecer a ningún lado.

A su lado está la teniente Mondragón (Ana Brenda Contreras), presentada como una policía incorruptible que trata de hacer valer la ley frente a instituciones que funcionan con reglas a medias. Mondragón carga con el peso de representar a la mujer fuerte, un recurso que en la serie funciona mejor que muchos de los personajes masculinos, cuya construcción tiende a ser más plana o subordinada a clichés.

En este sentido, los personajes femeninos destacan como lo más sólido de la narrativa. Suelen tener motivaciones claras, trasfondos creíbles y un desarrollo que los hace trascender la mera función de “acompañar” al héroe. Sin embargo, la solidez de estas figuras se ve constantemente interrumpida por la tendencia de la serie a caer en escenas telenovelescas, con diálogos y romances que rozan lo melodramático y que quiebran la atmósfera de tensión que el guion intenta levantar.

DEL ASESINO RITUAL A LA CRÍTICA SOCIAL

Uno de los aciertos de Toda la sangre es la construcción de la narrativa alrededor del “asesino ritual”, inspirado directamente en los conocimientos y obsesiones de Esquinca por el género policíaco y el horror. El trasfondo histórico y antropológico de los crímenesrituales está bien estudiado y ofrece momentos de verdadera inquietud. Sin embargo, esta fuerza inicial se diluye en la adaptación audiovisual: durante gran parte de la serie, los elementos ceremoniales quedan como telón de fondo y sólo recuperan protagonismo en los episodios finales, cuando la trama necesita resolver los cabos sueltos.

El problema no es nuevo: muchas series derivadas de novelas se enfrentan al dilema de cómo trasladar la densidad del texto a un formato episódico. Aquí, la adaptación parece debatirse entre dos modelos de consumo: una narrativa que invite al maratón y otra que genere suspenso al final de cada capítulo. Esa indecisión repercute en el ritmo, que se percibe irregular.

Aun con estas fallas, la producción logra distanciarse del modelo de narcoserie que domina gran parte de la televisión mexicana. En lugar de glorificar al crimen organizado, Toda la sangre introduce un giro hacia lo sobrenatural y lo cultural, explorando la persistencia de las cosmovisiones indígenas y la manera en que estas chocan con una modernidad marcada por la violencia urbana.

Más allá del misterio policiaco, la serie aborda de manera directa el maltrato y la discriminación hacia las comunidades indígenas. La representación de estas no se construye desde el victimismo pasivo, sino a través de una villana con poderes sobrenaturales queprovienen de sus creencias. En este punto, la ficción dialoga con problemas reales: la marginación sistemática, la indiferencia de las autoridades y la violencia estructural. Hay un par de diálogos donde se menciona puntualmente el uso del idioma español como reminiscencia del colonialismo que aún impregna a la sociedad mexicana. Sin embargo, por la naturaleza de la producción,también se la ha acusado de apropiación cultural.

No obstante, el acierto radica en no reducir a estas comunidades a estereotipos de sufrimiento, sino en dotarlas de agencia y poder simbólico, aunque esto se traduzca en el marco de un antagonismo sobrenatural. Este matiz permite abrir discusiones sobre la manera en que la televisión nacional e internacional suele representar a los pueblos originarios: como ornamento folclórico o como víctimas eternas.

SOBREVIVIR A UN MERCADO SATURADO

Resulta inevitable situar a Toda la sangre dentro de la guerra de plataformas de streaming. Mientras Netflix y Amazon producen de manera masiva series mexicanas que van de la comedia ligera al true crime, y AppleTV apuesta por proyectos de prestigio con directores consolidados, Starz encontró en esta coproducción un nicho: un thriller con identidad mexicana que busca atraer tanto aaudiencias locales como internacionales.

El problema, nuevamente, es la saturación. Entre tantas propuestas, la serie no termina de brillar como se esperaba, y corre el riesgo de perderse en el catálogo de una plataforma secundaria frente a gigantes como Netflix, HBO o la misma Disney+ que terminó por absorberla. Aquí entra en juego la paradoja del streaming: se producen más contenidos que nunca, pero pocos logran quedarse en la memoria colectiva.

Toda la sangre oscila entre el acierto y el cliché, entre la originalidad de su premisa y la irregularidad de su ejecución. Destaca por su aproximación al neo-noir, por la fuerza de sus personajes femeninos y por atreverse a entrelazar el thriller policiaco con los mitos prehispánicos. Sin embargo, se tropieza con los mismos problemas que aquejan a gran parte de las producciones contemporáneas: la indecisión entre dos formatos de consumo, la caída en melodramas televisivos y la incapacidad de sostener su mejor material a lolargo de toda la temporada.

En un panorama saturado, funciona como un intento válido de renovar la ficción mexicana y sacarla de la dependencia absoluta del narco-thriller. Pero su impacto queda reducido a “buena a ratos”, incapaz de consolidarse como un referente. Tal vez el mayor mérito de Toda la sangre sea recordarnos que todavía es posible experimentar con híbridos de género en un mercado que, más allá de las plataformas, exige constantemente lo mismo: historias que capturen, aunque sea por unos minutos, nuestra atención fragmentada.

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