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Tras la muerte de Carlos Manzo

Enrique Sada Sandoval

Lo que apuntaba a ser tan solo una celebración familiar del tradicional Día de Muertos en Uruapan terminó convirtiéndose en una tragedia nacional la noche del pasado 1 de noviembre en la que Carlos Manzo Rodríguez, el Alcalde independiente de aquella entidad que había destacado no solo como un crítico abierto del crimen organizado sino también como un feroz combatiente del mismo, en una entidad en la que productores y agricultores sobreviven entre extorsiones, secuestros y muertes sin que nadie les auxilie, fue asesinado mientras participaba en la tradicional Fiesta de las Velas.

La víctima recibió siete disparos con arma de fuego 9 milímetros-de uso exclusivo del Ejército-resultando también herido uno de sus regidores que le acompañaban. Ambos fueron trasladados al hospital, aunque no tardó mucho para confirmarse la triste noticia de su muerte.

Las imágenes captadas durante aquel momento parecieran hablar por si solas: tirado boca abajo junto con su tradicional sombrero, con el cuerpo tratando de levantarse y la mano derecha apretada en un último intento por apuntalarse por sí solo, refleja por mucho algo más que un simple movimiento involuntario, pues pareciera retratar el impulso de un hombre que aun estando herido no se puede permitir a si mismo caer sin luchar y no se rinde.

Uno de sus agresores detenido, identificado como Osvaldo Gutiérrez Vázquez "El Cuate", originario de Apatzingán, ya había sido denunciado y capturado por el propio Alcalde abatido por delitos como extorsión, secuestro y homicidio desde el 7 de Julio de este año. Sin embargo, a los pocos días fue dejado en libertad; hecho que ha ocasionado no solo sospechas fundadas sino también una gran preocupación entre los ciudadanos, funcionarios y empresarios locales que ya habían reportado un incremento en lo que respeta a extorsiones en la región.

En cuanto al otro agresor que fue abatido, la Fiscalía de Michoacán lo identificó como el joven que asesinó a Carlos Manzo. Su nombre era Víctor Manuel Ubaldo Vidales, de 17 años de edad y había sido reclutado por el crimen organizado en Paracho, Michoacán.

Tenía 10 años cuando empezó a registrarse bajo el programa federal "Jóvenes Construyendo el Futuro", el mismo que decía atender las causas de la violencia, y 7 años después tomaba un arma contra un Alcalde que denunciaba la corrupción.

Lo sorprendente es que aunque el homicida también había sido denunciado y apresado en Uruapan por extorsiones al igual que por violencia armada-incluso el arma que usó para perpetrar el crimen resultó vinculada con 4 delitos previos-terminó siendo liberado, por más increíble que parezca, por parte de las autoridades estatales.

De acuerdo con información federal proporcionada, al sicario le habrían pagado alrededor de 50 mil pesos por el asesinato. En la operación participaron tres jóvenes más sin plan de escape ni estrategia. Únicamente recibieron la orden de ejecutar al alcalde en público.

Manzo había asumido un papel incómodo para los grupos criminales en Uruapan. Hizo denuncias abiertas, recorrió comunidades con chaleco antibalas, persiguió y abatió a criminales en vehículo y en helicóptero, cuestionando la falta de acción del Estado ante el enorme riesgo que enfrentaba, y pidió protección sin obtener una respuesta efectiva.

"Yo no quiero ser un alcalde más asesinado", había dicho meses antes. Y sin embargo, al final del día lo dejaron solo, aunque contaba con resguardo de elementos de la Guardia Nacional según informes oficiales de la Secretaría de Seguridad Pública a nivel federal.

Su imagen cargando a su hijo por última vez se difundió como testimonio de la tragedia de un hombre reconocido por exigir seguridad para su pueblo: "Es mejor asumir los riesgos que vivir arrodillado, atemorizado, que vivir muerto en vida", era lo que solía responder cuando se le preguntaba si no tenía miedo de sufrir alguna represalia.

La muerte de Carlos Manzo-uno de los pocos servidores públicos con el valor de enfrentar al crimen organizado en el país-deja expuesto el desgaste institucional en Michoacán, así como la vulnerabilidad en la que se encuentran actualmente todas las autoridades locales y los ciudadanos libres que intentan romper la influencia del crimen organizado.

Y su asesinato también promete convertirse en un próximo punto de quiebre.

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Escrito en: Telenovelas

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