Para nadie dentro o fuera de la cordillera andina resultó ajena la noticia de que José Antonio Kast ganara las elecciones presidenciales de Chile, derrotando por un amplio margen de más de 20 puntos porcentuales a la candidata oficialista, la comunista Jeannette Jara-admiradora confesa de Fidel Castro-con el 58 % de los votos escrutados, según cifras oficiales del Servicio Electoral responsable del conteo de votos.
Con el triunfo de Kast, la República chilena viene a sumarse al concierto de naciones que han pasado del caos y el autoritarismo de los regímenes socialistas pasando a franquearle el acceso a una serie de proyectos de Nación que desde el argot político reduccionista suelen ser tipificadas como de "derecha" por quienes son enemigos del trabajo, la libertad de consciencia y la economía de libre mercado, alineándose en la misma esfera que otras naciones hermanas como El Salvador con Nayib Bukele, Argentina con Javier Milei, Cost Rica con Rodrigo Chávez, Ecuador con Daniel Noboa y el Perú con José Jeri Oré recientemente.
Esta victoria representa uno de los giros políticos más marcados hacia la derecha desde lo que más correctamente debería de calificarse como centro democrático que lejos de inhibir, coartar o defraudar el valor individual del voto popular han hecho de este derecho humano tan elemental una fiesta ciudadana tal como pudo constatarse a partir de las primeras horas de esta semana cuando en la capital, simpatizantes del nuevo presidente llenaron el centro histórico desde el sector de Las Condes ondeando banderas y gritando festivamente consignas como "El que no salta es zurdo"; símbolo de alegría y movilización ciudadana, luego de difundirse el resultado de aquella noche.
Más allá del cretinismo habitual de pasquines comunistas como El País o La Jornada que rasgándose las vestiduras desde su servilismo habitual no tardaron en publicar este triunfo en tono alarmista y falsamente moralizador, imponiéndole el mote repetitivo tanto como descalificatorio de "ultraderecha" al candidato vencedor, tanto el pueblo chileno como el resto de los países libres en el continente y el resto del mundo civilizado aplaudieron una jornada cívica ejemplar que se dio no solo gracias al enorme empuje de una participación ciudadana que rebasó sus propios niveles históricos de votación-convirtiendo a Kast en el presidente electo con el mayor índice de sufragios-sino también gracias a la garantía estamental proporcionada por las instituciones auténticamente autónomas en todos sus niveles (herencia del Gobierno de Augusto Pinochet); garantes de transparencia como de respeto al sufragio de sus ciudadanos (como no ocurre en Cuba, Venezuela, México o Nicaragua).
Ciertamente el triunfo del candidato del Partido Republicano genera grandes expectativas pero también tensiones por cuanto Kast promete reformas profundas, un enfoque firme de combate contra la delincuencia y el crimen organizado, así como un replanteamiento del papel del Estado en cuanto sus funciones operativas así como sus responsabilidades ciudadanas en cuanto a rendición de cuentas, por lo que varios analistas señalan que su llegada al Palacio de La Moneda podría redefinir la política chilena y su relación con la región.
Prueba de ello es el anuncio que como Presidente electo hizo este martes en cuanto a su apoyo ante una potencial intervención de Estados Unidos contra la tiranía en Venezuela: "Para resolver problemas y una situación puntual generada por un narcodictador".
Como parte del mismo anuncio durante su visita a la Argentina, donde fue recibido por el Presidente Milei, enfatizó: "No nos corresponde a nosotros solucionarlo, pero el que lo haga va a contar con nuestro apoyo…Nosotros claramente no podemos intervenir en eso, porque somos un país pequeño, pero somos víctimas del terror que implica tener una dictadura", añadió en clara alusión a la dictadura de Salvador Allende (1970-1973) que en tan solo tres años de desgobierno sobajó a Chile convirtiéndolo no solo en un país satélite de la Unión Soviética y apéndice de la dictadura castrista-que operaba impunemente en el país durante ese periodo-sino también en la nación más pobre de América, después de Haití, para el año de 1973.