El Siglo de Torreón / Enrique Castruita
Plaza Cuatro Caminos se vistió de colores, cempasúchil y profunda emoción el dos de noviembre para honrar la memoria de la inolvidable Marcela Aranzábal Fernández.
Los asistentes llegaron puntuales a la cita en la entrada principal de la plaza. Familiares, amigos y miembros de la comunidad se reunieron en un acto que trasciende el recuerdo individual. La ceremonia de ofrenda, colmada de simbolismo y tradición, se convirtió en un puente de amor y memoria, recordando que el verdadero adiós solo existe en el olvido. La presencia de la Sra. Marcela permanece viva en los lazos que supo tejer y en el cariño de quienes la evocan.
El legado de una persona no se mide en años, sino en el impacto que deja en la vida de los demás. La calidez, el espíritu de servicio y la huella positiva de la Sra. Aranzábal Fernández fueron el motor de esta emotiva reunión.
La ofrenda, con su hermosa iconografía de calaveras y velas encendidas, no fue un símbolo de tristeza, sino un reconocimiento gozoso de una vida plena y bien vivida.