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Una mañana sin 'mañanera'

ENRIQUE KRAUZE

La mentira y el odio son fundamentos imposibles para una sociedad civilizada. El día en que la ciudadanía lo asuma activamente, el régimen (este o uno futuro, que apenas puede avizorarse) tomará la decisión de suprimir esa maquinaria de discordia que se inauguró el 3 de diciembre de 2018 llamada "La mañanera".

Una sociedad civilizada parte de los fundamentos inversos: la verdad y la tolerancia. Así pensaba el filósofo Bertrand Russell (1872-1970) en una luminosa entrevista que concedió al final de su vida (circula en YouTube):

Entrevistador: "Supongamos que esta grabación sea vista por nuestros descendientes, como los Manuscritos del Mar Muerto. ¿Qué piensa usted que valdría la pena decirle a esa generación sobre la vida que usted vivió y las lecciones que usted de ella aprendió?".

Russell: "Me gustaría señalar dos cosas: una intelectual y una moral. En lo intelectual, pienso que debería decirles esto: pregúntate a ti mismo, únicamente: ¿cuáles son los hechos y cuál es la verdad que los hechos sostienen? Nunca te dejes desviar, ya sea por lo que tú deseas creer o por lo que crees que te traería beneficio si así fuese creído. Observa solamente cuáles son los hechos.

"Lo moral que quisiera transmitirles es muy simple: el amor es sabio, el odio es estúpido. En este mundo, que cada vez se vuelve más y más estrechamente interconectado, tenemos que aprender a tolerarnos los unos a los otros, tenemos que aprender a aceptar el hecho de que alguien dirá cosas que no nos gusten. Es la única forma de vivir juntos. Si vamos a vivir juntos, y no a morir juntos, debemos aprender un poco de caridad y un poco de tolerancia, que es absolutamente vital para la continuación de la vida humana en este planeta".

"La mañanera", es obvio, nunca se ha guiado por esos valores. No busca informar sino desinformar. No busca la convivencia sino el dominio total. Por eso narcotiza a la población con la mentira y la enfebrece con el odio.

En el sexenio fundador del nuevo régimen, "La mañanera" entronizó la mentira. No me refiero solo a las más de cien mil afirmaciones falsas sino al imperio de "los otros datos" y el escamoteo de la trágica verdad: los 300,000 muertos del Covid por responsabilidad del gobierno, la indulgencia con el crimen, la destrucción de las instituciones, la devastación ecológica, el despilfarro en proyectos absurdos, la carga económica que pesará sobre las generaciones siguientes y, ahora lo comprobamos, una corrupción sin precedentes. Morena inventó su neolenguaje: paz es guerra, libertad es opresión, bienestar es retraso, justicia es caos.

En el sexenio fundador del nuevo régimen, "La mañanera" entronizó el odio. A partir de ella, el odio reverberó a través de los medios tradicionales y nuevos. Se volvió normal el insulto, la calumnia, la difamación, el maniqueísmo (quien no está conmigo está contra mí), la sospecha mezquina (quien se me opone, lo hace por avaricia), las desaforadas teorías de la conspiración (alguien poderoso está siempre atrás). Para alimentar el odio, agotaron hasta la saciedad el doble rasero (ver "la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio"). El resultado está a la vista: una atmósfera pública cargada de odio al pensamiento distinto y, peor aún, a la vida de quien piensa distinto.

El nuevo gobierno del mismo régimen ha hecho avances en temas de seguridad como la captura de capos, el decomiso de drogas. Y ha informado sobre ellos. Faltaría revelar y afrontar la responsabilidad de los políticos delincuentes. Y apegarse a la verdad en todos los ámbitos donde persiste el engaño (y el autoengaño). Es difícil que ocurra.

El nuevo gobierno del mismo régimen ha suavizado la apelación al odio. Debería desterrarlo, porque hace imposible la concordia. Si el poder renuncia a la prédica del odio, la sociedad recuperaría la capacidad de diálogo. Es difícil que ocurra.

Informar es un deber de todo gobierno (uno más, entre muchos), pero un gobierno no puede limitarse a la tarea de informar, mucho menos cuando esa tarea se practica con evidente sesgo y mala fe.

"La mañanera" no solo busca imponer su proyecto sino su propia "realidad" sobre los datos de la realidad. Y no alienta la competencia sino la eliminación política del otro. Por eso es antidemocrática.

El día llegará en que desde la presidencia se hable, no a nombre de su "movimiento" sino de cara a la nación que su titular habrá jurado servir. Será un despertar distinto, claro y transparente: una mañana sin "mañanera".

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