IR AL BAÑO COMO DIOS MANDA
¿Sabías que el primer sistema avanzado para ir al baño del que se tiene conocimiento tiene más de 5000 años? Las primeras civilizaciones con sistema de drenaje (súper adelantadas para su tiempo) estaban en el Valle del Indo, en una zona donde actualmente es Pakistán y la India. Luego, en el siglo XVI, un poeta (sí, un poeta) inventó un dispositivo de retrete con tanque de agua para la reina Isabel I. Y el baño como lo conocemos actualmente se patentó en 1775 por Alexander Cummings, con un sifón en S que disminuye o evita los malos olores y por eso le llamamos "inodoro".
El próximo 19 de noviembre se conmemora el Día Mundial del Retrete, una fecha que podría sonar incómoda o incluso chistosa para algunos, pero que en realidad pone sobre la mesa uno de los temas más urgentes y desiguales del mundo: el acceso a la infraestructura sanitaria, o dicho coloquialmente, ir al baño como Dios manda.
La carencia de sanitarios no solo representa un riesgo para la salud, sino también una violación a la dignidad y a derechos fundamentales. ¿Puedes creer que en 5000 años no hayamos conseguido que esta comodidad (que más que comodidad es una necesidad) llegue a todas las personas?
En México, alrededor de 2.2 millones de hogares carecen de servicios sanitarios y son 6000 escuelas las que carecen de baño, sin contar las 56,000 que, aunque lo tienen, no se puede usar porque no cuentan con agua, más todos aquellos que no tienen puertas que cierren bien, botes de basura, jabón o papel y, menos aún, un sitio para desechar o cambiar productos menstruales.
La falta de acceso a baños seguros y funcionales es un tema que atraviesa la vida cotidiana y va más allá del simple acto de ir al baño: determina la salud, la asistencia escolar, la seguridad y la igualdad de oportunidades. ¿Te imaginas cómo sería tu vida día a día si no tuvieras inodoro en tu casa, en tu escuela o en tu lugar de trabajo?
La ONU reconoció desde 2011 que el acceso al agua y al saneamiento es un derecho humano indispensable para la vida y la dignidad. Sin embargo, este derecho sigue siendo invisibilizado, especialmente en comunidades donde la pobreza estructural y la desigualdad de género se entrelazan. El saneamiento digno no es un lujo; es un elemento básico del desarrollo humano y de la justicia social.
Porque no se trata solo de infraestructura, sino de dignidad. Hablar de ir al baño es también hablar de derechos humanos.
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