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VIOLENCIA FAMILIAR

Comarca Lagunera: La violencia familiar no solo se mide en cifras, también en silencios

Autoridades de Torreón y Gómez Palacio señalan que estas escenas se repiten decenas de veces cada semana

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NORMA IBARRA | BRAULIO RINCÓN

La llamada de auxilio se registró a las 2:37 de la madrugada. Una voz temblorosa apenas alcanzó a decir: "Me está golpeando otra vez". Del otro lado de la línea telefónica, una operadora del C-2 activó el protocolo de seguridad para atender casos de violencia familiar. Una patrulla del Grupo de Atención a la Violencia Familiar llegó al domicilio, ubicado en una colonia al oriente de Torreón.

La mujer, con el rostro enrojecido y las manos temblorosas, sostenía a su hija de tres años. El hombre y presunto agresor, parecía aún alterado, discutía con los agentes y posteriormente fue detenido. Ella fue trasladada para certificación médica. Al amanecer, sin embargo, ella decidió no denunciarlo formalmente: "Ya se calmó, no quiero problemas".

Esta escena se repite decenas de veces cada semana, aseguran los elementos policíacos que atienden los llamados y retrata el ciclo de la violencia familiar en Torreón; una espiral que inicia con el miedo y termina, casi siempre, en el silencio.

Cifras que duelen como los golpes 

Durante septiembre, la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM) de Torreón registró 544 llamados de auxilio por violencia. Los incidentes se clasificaron en cuatro tipos: violencia contra las mujeres (160 atenciones), violencia de pareja (137), violencia familiar (126), actos relacionados con la familia (121) atenciones. De todos ellos solo 50 fueron reportes formales de violencia de pareja, pero finalmente 14 casos son los llegaron al Ministerio Público. Las demás víctimas desistieron de presentar una denuncia en la Vicefiscalía.

"Las mujeres deciden no continuar con la denuncia por miedo, por dependencia económica o por la esperanza de que el agresor cambie", explica Blanca Nancy Pérez Robles, encargada de la Unidad Especializada en Atención Temprana y Acompañamiento en Situaciones de Riesgo.

Con 33 años de servicio y 13 dedicados a la atención de violencia de género, la oficial, Blanca  Pérez a quien conocen en la corporación como "Blanquita" conoce bien la complejidad de estas decisiones.

"El silencio sigue siendo un obstáculo. Aunque actuamos rápido, muchas víctimas no quieren exponer su historia", señaló. A esto se suma el hartazgo frente a procesos judiciales que consideran lentos y sin garantías suficientes, lo que incrementa su sensación de desprotección.

La Unidad que encabeza la agente Blanquita cuenta con 14 elementos y tres patrullas, disponibles las 24 horas. Su equipo, conformado mayoritariamente por mujeres policías, recibe capacitación constante en derechos humanos y perspectiva de género.

Asegura que aun cuando no hay denuncia formal, ofrecen acompañamiento psicológico, asesoría legal y canalización a instituciones de apoyo.

Comenta que la mayoría de las mujeres que decide no denunciar lo hace porque teme perderlo todo: la casa, los hijos, la estabilidad económica o la aparente tranquilidad. Algunas regresan a pedir ayuda días después, otras desaparecen. Pero hay casos en que el acompañamiento funciona. "Cuando una mujer vuelve y dice ya no tengo miedo, sabemos que lo hicimos bien", dice la oficial Blanquita.

La frustración detrás  del uniforme

Hace unas semanas, un video grabado en Torreón se volvió viral. En él, un policía municipal, refleja la frustración que se siente luego de acudir varias veces al mismo domicilio en atención a un llamado urgente por violencia de pareja.

"Siempre vuelve", dice el policía con la mirada baja y un tono que refleja el hartazgo de quien percibe el círculo vicioso en casos de violencia familiar.

El breve clip desató debate. Algunos lo señalaron por falta de empatía, otros hablaron de la carga emocional que enfrentan los policías.

Otro policía de Torreón confiesa: "Nos toca ver lo peor y volver al mismo lugar una y otra vez. Es desesperante. Quieres ayudar, pero muchas veces no te dejan". El mismo agente menciona que por una parte existe la presión de los vecinos que suelen ser oyentes de actos de violencia familiar sin que logren transcender las detenciones mas allá de breves detenciones y unas horas en los separos, como se conoce a las celdas municipales.

"A veces los vecinos te gritan, la víctima se enoja contigo, y el agresor finalmente sale al día siguiente. Terminas sintiéndote inútil", expone el policía.

Estos casos ponen en evidencia una realidad poco visible: la violencia no solo marca a las víctimas, también a quienes la atestiguan y quienes la atienden.

Una lucha institucional y social 

El comisario Alfredo Flores Originales, titular de la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM) reconoce que el reto no es solo operativo, sino humano.

"No basta con atender un reporte, hay que entenderlo. La violencia no se resuelve con esposas ni patrullas, se resuelve con empatía; sabemos que faltan mucho por hacer, pero lo que más necesitamos es sensibilizar y estamos trabajando en esto", señala Flores.

Asegura que desde su llegada impulsó la capacitación integral de los agentes como primeros respondientes, con perspectiva de género y derechos humanos. Además, logró que la corporación recuperara su distintivo de "Embajadora Naranja", símbolo de compromiso con la erradicación de la violencia hacia las mujeres.

Cada día 25 de mes, los elementos participan en actividades del Día Naranja, y dentro de la corporación se habilitó un área psicológica para atender a mujeres policías víctimas de cualquier tipo de violencia.

Romper el ciclo, una tarea de todos

Blanca Nancy Pérez Robles, encargada de la Unidad Especializada en Atención Temprana y Acompañamiento en Situaciones de Riesgo asegura: "Nuestros elementos también lloran. Algunos se rompen al ver que las historias se repiten. Por eso insistimos en su capacitación y acompañamiento psicológico".

En Torreón, la violencia familiar sigue siendo uno de los principales motivos de intervención policial. Pero más allá de los operativos y los protocolos, las autoridades reconocen que el verdadero cambio es cultural.

"La violencia no es un asunto solo de mujeres. Es un problema social. Si no educamos a nuestros hijos en el respeto, si no enseñamos que amar no es poseer, seguiremos atendiendo las mismas historias", reflexiona Pérez Robles.

Romper el ciclo, dice, implica reconstruir la confianza, garantizar la protección y devolver la voz a quienes todavía no se atreven a hablar.

"Porque cada reporte es una oportunidad de salvar una vida, pero también una llamada de auxilio a la sociedad entera", asegura.

También en Gómez Palacio Gómez Palacio es uno de los 16 municipios del estado de Durango declarados con Alerta de Violencia de Género por parte de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim).

En el pasado mes de septiembre, la Dirección de Seguridad y Protección Ciudadana atendió un total de 297 reportes por violencia y/o maltrato familiar, lo que representa más de un 60 por ciento (%) de los folios generales procedentes del Centro de Control, Comunicación, Cómputo y Comando C-4.

De ese total, fueron remitidas al Juzgado Cívico Municipal 44 personas, mientras que solo una terminó  directamente puesta a disposición del Agente Investigador del Ministerio Público.

La directora Operativa de la citada corporación, Brenda Maritza Ramírez Álvarez, informó que sólo cuando se trata de lesiones graves y existe flagrancia, se considera un delito que se sigue de oficio, de no ser el caso, la parte afectada debe solicitar acudir a interponer su denuncia.

"Acude específicamente nuestra Unidad Violeta, porque están especializados en el tema y sobre todo para que no caigamos en una revictimización", señala Ramírez.

En la mayoría de los casos, los agresores son trasladados a las celdas municipales por "maltrato familiar", lo que es considerada como una falta administrativa.

Anavel Fernández, Jueza Cívica de Gómez Palacio, señaló como una situación recurrente el que las propias víctimas son las que acuden a pagar la multa de sus parejas, que son sus propios agresores para que recuperen la libertad.

"Algunas dicen, 'es que deja de trabajar y no lo puedo dejarlo aquí porque me sale peor', otras dicen, 'fue en un momento de enojo en el que actúo', otras dicen, 'es que fue mi mamá la que vio que me estaba maltratado", señala Fernández.

Para recuperar su libertad, los agresores solo tienen que cumplir con 36 horas de arresto, o pagar una multa en Unidad de Medida y Actualización (UMA's), que equivale a poco más de 600 pesos. Por ello, ya se trabaja con el equipo jurídico para analizar las penas en el Reglamento Municipal y hacer las adecuaciones pertinentes, aseguran las autoridades.

Atención y Seguimiento

Como parte de las acciones del Agrupamiento Violeta se pretende dar una atención integral a las víctimas de violencia familiar.

En casos que así lo requieren se brinda asesoría jurídica, atención psicológica, orientación y visitas de seguimiento, así mismo, las afectadas pueden ser canalizadas a otras instancias como el DIF Municipal y el Centro de Justicia para la Mujer.

Carpetas de Investigación

Según cifras de la Fiscalía Regional Laguna, durante el mes de septiembre del 2025 abrieron 126 carpetas de investigación por violencia familiar, la gran mayoría se concentran en los municipios de Gómez Palacio y Lerdo.

En lo que va de este 2025 se ha logrado la detención de 100 personas, 79 en flagrancia y 21 por mandamiento judicial, así mismo, se han obtenido en este año 53 sentencias por el citado delito.

Estas cifras también se presentaron en la reunión de la Mesa de Construcción de Paz y Seguridad celebrada en Gómez Palacio, en donde se informó que si bien el delito en el mes de septiembre registró una baja del 9 por ciento en relación al mismo período del año anterior, la incidencia de violencia familiar se mantiene alta.

Fenómeno Social

La violencia familiar es un fenómeno social que ocurre en casi todos los países del mundo y se define como el uso intencionado y repetido de la fuerza física o psicológica para controlar, manipular o atentar en contra de algún integrante de la familia. Esta violencia puede manifestarse también como abuso psicológico, sexual o económico y se da entre personas relacionadas afectivamente dentro del hogar.

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