Virus Coxsackie
El otoño, al igual que el verano, es una temporada que propicia el brote del virus Coxsackie, uno de los causantes de la enfermedad de mano-pie-boca. Prueba de ello es el repunte de casos en estados como Campeche, Oaxaca, Hidalgo y Sinaloa.
Tras el encendido de alarmas, conviene conocer los pormenores de la enfermedad derivada del contagioso virus que suele afectar a bebés y niños, en especial a infantes que acuden a guarderías.

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Este padecimiento provoca un impacto psicológico en cerca del 50% de las pacientes, debido a que se producen alteraciones en la imagen corporal¿Qué es?
El virus Coxsackie es un agente viral que forma parte de la familia de los enterovirus, un grupo de numerosos virus que suele causar enfermedades leves. Aunque se aloja en el aparato digestivo humano, también está presente en secreciones de la nariz, saliva, mucosidad y en el líquido de las ampollas.
Se propaga a través de los estornudos, tos, heces, contacto directo con la persona enferma, así como el contacto con superficies contaminadas o falta de higiene.
Síntomas y complicaciones
Luego del contagio, al cabo de tres a seis días, los síntomas comienzan a manifestarse, tales como fiebre, náuseas, dolor de cabeza, dolor de garganta y aparición de llagas en la boca. Otros signos son falta de apetito, malestar general y salpullido rojo en manos, pies o genitales que puede convertirse en ampollas.
La manifestación de los síntomas varía en cada niño. En la mayoría de los casos, la enfermedad puede desaparecer o disminuir en pocos días sin ningún tratamiento, puntualiza la Secretaría de Salud. No obstante, es posible que pueda evolucionar y causar graves complicaciones.

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Conviene conocer los síntomas que provocan estos parásitos para detectar y tratar a tiempo afecciones como la fiebre manchada, la enfermedad de Lyme y la Rickettsiosis, que generan desde sarpullido hasta artritis.Medline Plus explica que el dolor en la boca debido a las llagas puede generar deshidratación y la fiebre alta puede originar convulsiones febriles. Solo en contadas ocasiones puede provocar infecciones más graves que requieran tratamiento en hospital, como meningitis, encefalitis o miocarditis, que son infecciones de las membranas que rodean al encéfalo y la médula espinal, del encéfalo y del músculo del corazón, respectivamente.
Por lo anterior, es necesario acudir a consulta a la Unidad de Medicina Familiar que le corresponda o consultarlo con su proveedor de atención médica para que otorgue el tratamiento adecuado a fin de aliviar la fiebre y el malestar. No administre antibióticos. La clave es reducir las posibilidades de contagio a través de la prevención.