Mientras la clase política se deteriora, la robótica se perfecciona. Los líderes pierden el carisma y los escrúpulos mientras las máquinas aprenden a comportarse. Nada más lógico, entonces, que los aspirantes a cargos de elección popular traten de mejorar con el apoyo de recursos digitales. Desde hace tiempo, los publicistas recurren al photoshop para reducir las papadas y las arrugas de sus clientes. Pero la tecnología ya brinda remedios que superan al retoque cosmético.
En su libro Doppelganger: un viaje al mundo del espejo, la periodista canadiense Naomi Klein se ocupa de los "dobles digitales" y menciona el caso de Stephen K. Bannon, quien, después de dirigir la primera campaña presidencial de Trump, se convirtió en asesor de movimientos autoritarios y neofascistas en Brasil e Italia.
Klein comenta que, al comenzar el siglo XXI, Bannon trabajaba en la compañía Affinity Media, de Hong Kong, dedicada a diseñar juegos electrónicos. Ahí descubrió que los usuarios consideraban que los juegos eran más reales que la vida y que los avatares tenían una identidad más definida que la suya. En ese espacio, un oficinista gris podía transformarse en un héroe de acción. La paradoja es que el personaje digital era percibido como más auténtico que el usuario.
La identificación con un doble imaginario puede tener efectos positivos. De acuerdo con estudios recientes, si tu avatar tiene un temperamento dinámico eso ayuda a que hagas más ejercicio. Sin embargo, permitir que un personaje de juego sea tu modelo de conducta también conlleva riesgos.
Cuando Bannon descubrió la atracción que los avatares ejercen en la gente no pensó en mejorar la vida de los tristes ciudadanos que requerían de una ilusoria existencia alterna, sino en sumirlos de tiempo completo en ese reino de fantasía. De acuerdo con Klein, el estratega político no vio la creación de avatares como una desesperada huida de la normalidad, sino como una meta política redituable.
El 6 de enero de 2021, numerosos seguidores de Donald Trump violaron la ley y tomaron el Capitolio en protesta por el resultado de los comicios. Casi todos iban disfrazados como ultrapatriotas o superhéroes. ¡Se habían convertido en los avatares que los representan en los juegos cibernéticos!
El virus de la imitación se ha extendido. Como los jóvenes pasan más tiempo en la pantalla que en el terreno de los hechos, la mejor táctica para cortejarlos es digital. Numerosos políticos hacen el ridículo en TikTok para parecerles simpáticos a quienes disfrutan viendo videos de gente que resbala.
En 2022 el tema adquirió particular relevancia en uno de los países con mayor conectividad del mundo: Corea del Sur. El conservador Yoon Suk-yeol ganó la elección a la Presidencia gracias al voto joven, que se dejó influir por el avatar del candidato, Al Yoon, creado por la compañía DeepBrain.
De manera significativa, el equipo de campaña no simuló que Al Yoon fuera la copia fiel de su modelo; con toda franqueza, aclaró que se trataba de una creación artificial. Eso no impidió que fuera visto como más auténtico por jóvenes cuya segunda naturaleza es digital.
Al Yoon era una versión más sensible, considerada, ingeniosa y empática del político de carne y hueso que sudaba ante las cámaras y aburría en cualquier debate.
La desastrosa fauna que protagoniza nuestro Congreso demuestra lo fácil que es mejorar a los políticos con avatares digitales. Al Yoon conquistó el voto que no le hubieran dado al mediocre Yoon Suk-yeol.
Una vez alcanzada la Presidencia, Suk-yeol olvidó que había ganado gracias a lo que no era. Podría haber confiado sus decisiones a la inteligencia artificial que lo llevó al poder, pero, a diferencia de quienes van al gimnasio motivados por su clon digital, no imitó las virtudes de su reflejo: intoxicado de poder, sintió que era... ¡su propio doble! Con la monomanía típica de un avatar, cedió a sus impulsos autoritarios; despreció a sus opositores y el 3 de diciembre de 2024 proclamó la ley marcial. Por suerte, su país aún tenía contrapesos: fue destituido por el Congreso en abril de 2025.
La Presidencia breve de Yoon Suk-yeol alerta sobre el uso de avatares en la política, pues no se vota por un candidato sino por su incierto reflejo. Además, el ganador se somete a la tentación de Narciso: se enamora del rostro que ve en la superficie del agua y se ahoga con él.