Los estándares dobles ocurren cuando criticamos o juzgamos a los demás más severamente de lo que nos juzgamos a nosotros mismos. Por ejemplo, le reprochas a un amigo llegar tarde, pero si tú lo haces, te justificas diciendo que fue por el tráfico. Esta discrepancia entre lo que exiges a los demás y lo que te exiges a ti mismo genera una contradicción entre tus expectativas y tus acciones.
Es común que las personas se enfoquen tanto en los errores de los demás que no se dan cuenta de sus propios fallos. Son indulgentes consigo mismos, minimizando o ignorando el impacto de sus palabras y comportamientos en otros. Como dice el dicho: "Una cirugía menor es aquella que le hacen a otro", ya que cuando se trata de uno mismo, incluso lo más pequeño puede parecer complicado o doloroso.
LA CONTRADICCIÓN DE LOS ESTÁNDARES DOBLES
Quienes viven con estándares dobles a menudo están tan centrados en lo que los demás hacen mal que no reconocen el daño que sus propias acciones provocan. Se enfocan en señalar y juzgar, pero rara vez ven el efecto que sus palabras tienen en quienes los rodean. Esta falta de autoconciencia genera una incoherencia que traiciona la justicia y la equidad, creando disonancia cognitiva, un malestar interno que ocurre cuando nuestras acciones no coinciden con nuestras creencias.
Además, este tipo de personas racionalizan sus propios errores, restándoles importancia, mientras exigen perfección a los demás. En el fondo, están tan ocupados en señalar las fallas ajenas que no se detienen a reflexionar sobre su propio comportamiento. Esto afecta la forma en que los demás los perciben y cómo ellos mismos se ven, profundizando su desconexión emocional.
IMPACTO EN LAS RELACIONES PERSONALES
Vivir con estándares dobles afecta negativamente las relaciones. Este comportamiento genera desconfianza, resentimiento y frustración, ya que las personas sienten que sus errores son exagerados mientras los demás minimizan los suyos. Las expectativas desiguales erosionan el respeto mutuo y crean una sensación de injusticia. Para quienes interactúan con personas de este tipo, es como caminar sobre un campo minado, donde cualquier error insignificante puede desatar una crisis emocional.
Aquellos que viven bajo estándares dobles suelen desarrollar relaciones conflictivas, llenas de tensión y falta de comprensión. No reconocen que, al no ser conscientes de sus propios fallos, están saboteando sus relaciones. Su constante crítica hacia los demás crea barreras en la comunicación y desanima a las personas a confiar o abrirse emocionalmente.
El autoengaño de los estándares dobles
Este autoengaño no solo afecta a quienes están alrededor, sino también a la persona que lo ejerce. Los estándares dobles limitan el crecimiento personal y emocional, impidiendo la autorreflexión necesaria para mejorar. Aquellos que aplican estos estándares no aceptan la crítica, y su incapacidad para reconocer sus propios errores los lleva a vivir en una desconexión constante con la realidad.
Las personas con estándares dobles a menudo no ven cómo sus acciones lastiman a los demás. Su enfoque está tan centrado en juzgar las faltas ajenas que pierden la capacidad de examinarse a sí mismos con honestidad. Esta falta de autocrítica termina aislándolos, haciendo que sus relaciones se vuelvan más complicadas y menos satisfactorias.
RECETA
Coherencia personal
Ingredientes:
Empatía - comprender cómo se siente o piensa alguien más sin juzgar o sentir lástima.
Humildad - reconocer que no lo sabe todo y que es de humanos equivocarse y aprender de otros.
Respeto -dar el lugar y tratar a los demás como te gustaría ser tratado;
Justicia - actuar con equidad, fomentar el balance sin hacer excepciones uno mismo.
Autenticidad - sinceridad, coherencia e integridad con uno mismo y con los demás
Afirmación personal para ser coherente e íntegro
Soy consciente de mis acciones y trato a los demás con empatía, justicia y respeto. Reconozco mis fortalezas y acepto mis debilidades, sabiendo que no necesito ser perfecto para ser valioso. Escucho y aprendo de los demás sin juzgar rápidamente, y me comprometo a vivir con integridad. Me responsabilizo de mis errores con humildad. Mi valor no depende de compararme o de las expectativas externas, sino de ser auténtico y fiel a mis principios. Me permito ser flexible y abierto al cambio, sin miedo a cuestionar mis propias creencias o actitudes. Actúo con coherencia, sabiendo que el respeto y la justicia que doy a otros también los merezco para mí. Elijo vivir con honestidad, sabiduría y compasión, y confío en que al hacerlo fortalezco mis relaciones y mi propio bienestar
CÓMO SER COHERENTE CON UNO MISMO:
Exigir de ti lo que esperas de los demás: Aplica las mismas expectativas que tienes para los demás a ti mismo. Evita justificar tus errores y asegúrate de medir tus acciones con los mismos estándares que usas para juzgar a otros.
Reconocer que cada persona tiene su propia perspectiva: Valora el punto de vista de los demás y revisa tus propias acciones con honestidad. Da el respeto que te gustaría recibir, y practica la autocrítica sin caer en la autodestrucción.
Ser consciente del impacto de los estándares dobles: Los estándares dobles sabotean tanto tu integridad personal como tus relaciones. Reconocer este patrón es el primer paso para eliminarlo, vivir en coherencia y construir relaciones más auténticas.
"La verdadera integridad no se mide por lo que exiges de los demás, sino por lo que eres capaz de exigir de ti mismo".