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Dejemos de normalizar la violencia

NAYELI RANGEL SANTIBAÑEZ.-

Hay muchos grados y manifestaciones de violencias cotidianas, muchas de ellas las tenemos normalizadas por el hecho de que son tan reiteradas y que podemos vivir con ellas. Yo jamás me hubiera imaginado que estaba siendo victima de violencia económica y de género dentro de mi matrimonio, lo que yo consideraba una hermosa familia.

Es muy fácil que en las relaciones domesticas exista esta violencia sistémica, y si digo sistémica por que a menos de que cuentes con una red de apoyo, no sales de ella (en mi caso, mi mamá, mi hermano, mi papá, mis primas, mis amigas). Me acuerdo desear tanto un buen trabajo de 6 horas, para poder trabajar y en la tarde cuidar a las niñas, sin que ellas pagaran el precio de que su mamá no estuviera presente, siempre he querido estar con ellas, no es negociable el no estar en su día a día, deseando siempre, ser una buena madre (hablo desde mi privilegio). Aquí se manifiesta también la culpa de la víctima y la exoneración del perpetrador. ¿Tú crees que alguna vez el papá se ha considerado un mal padre, un mal esposo? No creo. Exonerado por el mismo, para empezar.

Ahora lo veo tan claro, pero durante años estuve dentro de una relación en la que yo ponía mucho más trabajo, empeño, esfuerzo para que todo se lograra. Hace unos días estábamos mis hijas y yo en una tienda haciendo el mandado de la semana, y nos tocó ver en una caja, a punto de pagar a una familia: mamá, papá y bebé de menos de un año. El bebé llorando a todo pulmón, la mamá guardando las cosas en el carrito, el papá parado, esperando tranquilamente para pagar. La cara de la mamá era de angustia, que miren que no hay nada más estresante para una madre que el llanto de su bebé.

Solo me quedé pensando, ¿cuántas veces he de haber vivido eso sin darme cuenta? La indolencia de la omisión del apoyo que pudiendo brindar no se da, eso es egoísmo a su máxima expresión. ¿Mi justificación? No es borracho, no es enojón, juega mucho con las niñas, tiene buen trabajo. Ojo, no es lo mismo jugar que cuidar, no es lo mismo platicar que educar, no es lo mismo estar presente 5 horas cada 15 días, por decisión propia, a estar, cuidar, guiar a un hijo 24/7.

Invisibles para mi eran estas manifestaciones tan sutiles, tan difíciles de identificar, no reconocemos la propia violencia que vivimos en nuestros hogares.

Existen mecanismos para medir esta violencia , uno de ellos es el violentómetro, creado por expertas del Instituto Politécnico Nacional, el cual indica que: violencia a menor escala es aplicar la ley del hielo, controlar o prohibir dinero, mentir, hacer bromas hirientes. Se puede leer hasta sencillo, te vas y ya. Pero cuando no tienes manera de salir de ahí, porque estas lejos de tu familia, eres dependiente económico y peor en situación de vulnerabilidad porque acabas de tener a un bebé.

No me malentiendan, en serio que fuí feliz en esa época, antes de darme cuenta que la persona con la que compartía mi vida calculaba sus apoyos, la información, el tiempo, mientras yo cargaba con el trabajo de la casa y el cuidado de las niñas, como si no tuviera pareja, aun teniéndola. Siempre escudándose en su frase favorita: "yo tengo mucho trabajo, no te puedo ayudar".

De esto les estoy hablando de hace 9 años, ya no estoy en el papel de víctima. Trabajo, las chiquillas crecieron y vivo en mi ciudad natal, donde mi familia me apoya y mis hijas son las mas felices.

Muchos van a decir: "No eres la primera ni la última" ¡EXÁCTO! México esta inundado de mujeres que ejercen la maternidad solas, que trabajan, educan, cuidan, atienden casa e hijos sin la ayuda de el progenitor de los hijos. Por eso me atrevo a contar mi historia, porque no debería de ser lo común. Y regreso a la violencia sistémica, porque en espera de audiencia para divorcio, anhelo que me toque una Jueza o un Juez que no pretenda que con el 15% del sueldo del papá, va a alcanzar para cubrir las necesidades de las niñas y ahí viene otro tipo de violencia, como ya no pueden disponer de tu vida o de tu tiempo, ahora te manipulan por medio de los hijos, donde más les duele a las mamás. Pero gracias a la terapia no tengo miedo, se que lo que viene y que en el ¿peor? de los casos va a desaparecer y no va a aportar economía para sus hijas y él va a quedar dueño de su tiempo, de su economía y va a creciendo laboralmente en la empresa para la que trabaja.

Con todo y todo, sale barato el gran esfuerzo de maternar sola, en relación a la paz, la felicidad, la educación y el ejemplo que le puedo dar a mis hijas, de no quedarse donde no sean plenas, valoradas y apoyadas.

Si esta en tus manos, te invito a poner un violentómetro en tu oficina, trabajo, escuela o compartirlo en redes, para que quienes estén sufriendo violencia, puedan identificarlo y tomar cartas sobre el asunto.

Te invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales, en Facebook como vibremospositivo y Fundación Femmex o, en Instagram como @jorge_lpz, @vengavibremospositivo y @ffemmex, @vitralesnayelirangel_

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