Hablar de los ciclos menstruales siempre me lleva a reflexionar sobre cómo, durante años, este tema ha sido tratado como algo incómodo o secundario, reducido a lo biológico, cuando en realidad tiene una profunda influencia en nuestras emociones. Como mujer, he aprendido que nuestro ciclo no solo nos afecta físicamente, sino que también impacta de manera directa en cómo nos sentimos, en nuestras decisiones y en cómo interactuamos con el mundo.
Durante mucho tiempo, ignoré la relación entre mis emociones y mi ciclo menstrual. Me enseñaron a ocultarlo, a restarle importancia y a "aguantar" las fases difíciles como si fueran una molestia menor. Sin embargo, con el tiempo, he aprendido a abrazar cada fase del ciclo y a entender que cada una tiene un propósito emocional. Conectar con mi cuerpo y entender cada fase del ciclo menstrual me ha permitido no solo ser más consciente de mí misma, sino también ser más compasiva y respetuosa con mis emociones.
No es lo mismo cómo me siento durante la menstruación que durante la ovulación. Al aprender a identificar estas etapas, he logrado tener más control sobre cómo respondo emocionalmente.
El ciclo menstrual se divide en cuatro fases: menstruación, fase folicular, ovulación y fase lútea. Cada una trae consigo cambios hormonales que influyen directamente en nuestras emociones. Comprender estos cambios es clave para vivir en armonía con nuestro cuerpo.
1. Menstruación (Días 1-5): Durante esta fase, los niveles de estrógeno y progesterona son bajos. Para mí, este es un momento que invita a hacer una pausa. Siempre notaba que me sentía más cansada, introspectiva y, a veces, emocionalmente más frágil. En lugar de forzarme a estar activa o productiva, he aprendido a darme el permiso de descansar, reflexionar y reconectar conmigo misma. Es una etapa de renovación, de soltar lo que ya no necesito y dejar que mi cuerpo y mente se alineen.
2. Fase Folicular (Días 6-14): Conforme los niveles de estrógeno comienzan a aumentar, nos sentimos más energéticas, optimistas y con ganas de emprender nuevos proyectos. En esta etapa, siento cómo la energía vuelve. Es como si una chispa se encendiera dentro de mí, motivándome a tomar decisiones, iniciar proyectos y estar más activa. Me siento más ligera y con mayor claridad mental, lo que aprovecho para planificar y organizar mi vida. Saber que mi ciclo influye en mi capacidad de concentración me ha permitido ser más amable conmigo misma cuando las cosas no fluyen como espero.
3. Ovulación (Días 15-18): Esta es la fase donde me siento más confiada. Me noto más sociable, extrovertida y conectada con los demás. Es un momento en el que me siento fuerte, pero también más sensible a los detalles emocionales. Aprovecho este tiempo para potenciar mis relaciones y trabajar en proyectos que requieren energía y creatividad.
4. Fase Lútea (Días 19-28): El cuerpo se prepara para un posible embarazo, y con ello, los niveles de progesterona aumentan. Muchas mujeres experimentan síntomas premenstruales como irritabilidad, ansiedad o tristeza. Esta etapa, que suele ser la más desafiante, es cuando más he aprendido sobre el autocuidado. Aquí, me enfrento a momentos de irritabilidad o tristeza, pero en vez de sentirme culpable por ello, he comprendido que es una señal de mi cuerpo para reducir la velocidad. Pequeñas prácticas, como el ejercicio suave o la meditación, me ayudan a sobrellevar esta fase de una manera más compasiva y empoderada.
Lo que más he valorado de este aprendizaje es que ahora soy consciente de mis emociones y las vivo sin juicios. En lugar de luchar contra ellas o querer cambiarlas, las acepto como parte de mi ciclo y de mi naturaleza. Esto no solo me ha dado más paz, sino que también me ha permitido conectar profundamente con mi cuerpo.
A menudo, como mujeres, sentimos la presión de estar siempre en nuestro mejor momento, de ser fuertes y resilientes, sin importar lo que nuestro cuerpo y mente nos estén diciendo. Pero quiero invitarte a ti, que estás leyendo esto, a que reconozcas que tu ciclo es un reflejo de tu naturaleza cíclica y poderosa. Está bien sentirnos diferentes en cada fase; está bien tomarnos un respiro cuando lo necesitamos.
Creo firmemente que, si todas habláramos abiertamente sobre cómo nuestros ciclos menstruales influyen en nuestras emociones, podríamos derribar muchos de los tabúes que aún existen en torno al tema. Vivir en armonía con nuestro cuerpo nos empodera no solo a nosotras, sino también a las niñas y mujeres que vendrán después de nosotras. Al abrir esta conversación, estamos creando un espacio donde todas podemos aprender y crecer juntas, desde la comprensión y el respeto por nosotras mismas.
Hoy, más que nunca, es necesario entender que la menstruación no es solo un tema de salud física, sino un reflejo de nuestra salud emocional. Hablemos de cómo nos sentimos, démosnos el permiso de descansar cuando lo necesitemos y cuidémonos de manera integral. Al hacerlo, estamos contribuyendo a nuestra propia liberación emocional y, en un nivel más amplio, a la equidad de género que tanto buscamos.
Así que, la próxima vez que sientas los cambios emocionales que trae tu ciclo menstrual, en lugar de resistirlos, permítete sentirlos, aprender de ellos y abrazar la poderosa conexión que tienes con tu cuerpo.
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