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El funeral de la cigarra

SERENELLA VERRI.-

Debido a mi larga vida como el Pino más longevo del bosque se puede notar que estamos en las últimas semanas de primavera en la costa este, muy pronto las hojas de los árboles se tornarán amarillas, naranjas, rojas y luego caerán, formando un hermoso manto dorado en la tierra fértil. Sin embargo, este día se siente más triste, más frío, más solitario porque hoy ha fallecido la última cigarra periódica que cantó en el bosque.

Su archienemiga, la esforzada hormiga se sentía satisfecha y se decía así misma: - Esta cigarra macho se lo tiene bien merecido, durante días y 8 semanas lo único que hacía era cantar y aparearse con otras cigarras hembras, era lógico que iba a terminar así. Su vida no tenía sentido. A diferencia de ella yo pasaré esta helada abrigada, con alimento, junto a mi Reina Madre y mis hermanas mientras que a ella va derechito para el cementerio del bosque.

Pero para su sorpresa, su satisfacción le duró poco porque conforme avanzaba el cortejo, más y más insectos, pájaros lo iban acompañando.

La hormiga estaba anonada no lo podía creer y mascullaba llena de envidia. - Pero ¿Es que todos se han vuelto locos en el bosque? Este cortejo es tan grande como si hubiera muerto una Reina Madre Hormiga, una Reina Madre Abeja. No lo entiendo me aunaré a la procesión para averiguar cómo este holgazán recibe honores de Rey del Bosque.

Así pues se echó a andar tras el cortejo donde se topó con una distinguida mantis religiosa de mirada triste. Intrigada la hormiga le preguntó: - Doña Mantis ¿Por qué se encuentra tan triste? ¿No sabía que Ud. y el finado Don cigarra eran tan amigos?

La mantis entornó sus verdes ojos y le respondió.

- Pues no, la verdad no éramos tan amigos pequeña hormiga, pero como todos saben las mantis hembras buscamos aparearnos para asegurar nuestra especie y si el hambre llama pues a veces hasta el marido de turno pagaba por nuestra voracidad, yo ya enterré al quinto marido en mi estómago. Sé que todos me desprecian en el bosque, pero Don Cigarra, nunca me juzgó él mismo se la pasaba apareándose con todas las hembras de su especie y me decía mientras se haga por amor al futuro, nunca será malo. Por eso hoy vine a acompañarlo a su última morada.

La pequeña Hormiga no daba crédito a lo que oía, así que siguió andando y subió a una pequeña rama de un álamo donde se encontraba sollozando discretamente una hermosísima mariposa monarca, sus alas asemejaban a la miel dorada, moteada con diseños en el negro más oscuro, simplemente soberbia, pensó la Hormiga. - Señorita Mariposa Monarca ¿Por qué Ud. Siendo tan hermosa llora por la muerte de este Don Cigarra bueno para nada?

- Oh mi pequeña Hormiga, que poco conoció Ud. Al verdadero Don Cigarra, sí tal vez para los insectos que basan su vida en comunidad, rutinas y horarios ella le parecía una buena para nada. Para mí Don Cigarra era un ejemplo de vivir la vida plenamente hasta el último momento por más corta que esta fuera. Sabe Ud. Doña Hormiga las Mariposas Monarcas tenemos una vida un poco más larga que algunos insectos, pero más corta que la del peor enemigo del Bosque, El Hombre. Desde que salimos del capullo tenemos 9 meses para recorrer el mundo y luego retornar a nuestro lugar de nacimiento a tener a nuestros hijos y luego morir. Siempre lamenté mi destino, pero Don Cigarra me decía su frase de vida mientras lo hagas por amor al futuro, nunca será triste. Ahora entiendo lo que quiso decir y así como él vivió su vida breve cantando y amando yo aprovecharé la mía al máximo hasta el último aleteo. Dicho esto echó a volar dejando a la Pequeña Hormiga aún confundida.

Así pues la pequeña Hormiga decidió seguir al cortejo. Sin embargo, este se detuvo en una preciosa colina y para su gran asombro un enorme gorrión se posó en medio del cortejo y a pesar de su gran tamaño se puso a trinar con una dulzura tan abrumadora que hasta los escarabajos que eran tan duros y adustos lloraron. Venciendo el temor que le producía el tamaño del gorrión, La Pequeña Hormiga se le acercó curiosa y le preguntó. - Disculpe la osadía Don Gorrión, su canción fue muy conmovedora. No entiendo cómo hasta las aves del bosque tan grandes y fuertes han venido a rendirle honores a esta cigarra tan dejada, parlanchina, promiscua y descuidada.

El gorrión sacudió su cabeza y acicalando su brillante plumaje le contestó un poco fastidiado.

- Pequeña Hormiga veo que sólo Ud. Señala los defectos de Don Cigarra, pero nunca se molestó en conocerlo más allá de estos y quien sabe hubiera podido conocer al maravilloso insecto que era y las grandes virtudes que regaló a este bosque durante el breve periodo que lo tuvimos a nuestro lado.

- ¿A qué te refieres? Aún recuerdo amargamente como mientras mis hermanas y yo trabajábamos arduamente llevando provisiones a nuestro hormiguero, Don Cigarra sólo se la pensaba cantando y flirteando como sí con esa forma de vida desordenada nos desafiara constantemente, es por ello que no entiendo ¿Por qué recibe tantos honores por parte de los animales del bosque? Vale más la vida de ese trovador que la de otros animales que se esfuerzan por mejorar sus colonias, su hábitat. El señor Gorrión emitió un suspiro y le respondió pausadamente.

- Pequeña Hormiga, realmente me apena mucho que tenga ese rencor contra la vida del Señor Cigarra, que sienta ese menosprecio porque su forma de vida era distinta a la suya pero no por eso menos válida. Don Cigarra y yo fuimos amigos desde que asomó debajo de la tierra y como ambos cantamos al amor, él con sus alas y yo con mis trinos, nos convertimos en amigos inseparables. Don Cigarra siempre me decía cuando el Señor Pájaro Carpintero se burlaba de mí por no tener su destreza haciendo huecos en los árboles para anidar y decía que era un inútil que sólo sabía cantar, él superficial Don Cigarra me animaba diciendo mientras se cante con amor al futuro, nunca será malo porque con tu canto alegras a todos los habitantes del bosque. Otra cosa no sólo yo le debo ese consejo para seguir adelante.

Todo el Bosque le debe la vida a Don Cigarra y a su pueblo incluido Ud. Pequeña Hormiga. Dicho esto el Señor Gorrión la llevó a lugar donde depositaron el cuerpo de Don Cigarra y la Pequeña Hormiga puedo ver horrorizada que no sólo estaba el cuerpo de Don Cigarra, también se encontraban miles y miles de cuerpos de cigarras esparcidos por todo el Bosque.

Ante su mirada asombrada Don Gorrión sólo atinó a decir. - Además de su aliento, también agradezco a todas las cigarras que gracias a sus cuerpos que se convertirán en alimento para los gusanos de la tierra, mis polluelos tendrán una mayor oportunidad de sobrevivir este invierno que se avecina. Dicho esto Don Gorrión emprendió el vuelo hacia su casa en los árboles y la Pequeña Hormiga empezó a entender cuan mal había juzgado a Don Cigarra y su pueblo, sólo basándose en sus defectos, en aquello que le molestaba o no comprendía por ser tan distinta su forma de vida comparada a la vida que llevaban las Hormigas como ella.

Avergonzada por su mal proceder la Pequeña Hormiga se apoyó cerca al Viejo Pino para descansar un poco antes de volver a su colonia. El Viejo Pino era el árbol más antiguo y hermoso del bosque, Pequeña Hormiga lo miraba admirada, comparado con él mi vida sólo será un suspiro en este mundo tan cambiante, pensaba. El viejo Pino sintió su tristeza a través de su corteza y con la brisa del viento a través de sus agujas empezó a dirigirse a ella.

- ¿Qué te pasa Pequeña Hormiga? ¿Estás triste porque ya acabó el funeral del querido Don Cigarra? - La verdad don Pino, me siento muy confundida durante mucho tiempo guardé rencor contra Don Cigarra, para mí su forma de vida en el bosque carecía de propósito y lo despreciaba por ello, sin embargo, veo que su breve vida tocó muchas vidas en los animales e insectos del bosque y me siento avergonzada por no haber intentado ser su amiga.

Una vez dicho esto emprendió su camino solitario hacia su colina en medio del silencio del bosque. Mientras se marchaba el viejo Pino pensaba: Pobre hormiga dejó que sus prejuicios pesaran más antes que intentar conocer la forma de vida de las cigarras. Si supiera la pobre que tras 17 años, las cigarras emergen bajo la tierra completamente adultas sin nunca haber gozado del calor del sol, del viento y las flores es por ello que cantan y cantan maravilladas ante la belleza de la creación. Fuera de la tierra viven intensamente 4 a 6 semanas de canto, fiesta y una vez que aseguran la continuidad de su especie mueren todas juntas cantando y regalando sus cuerpos para que el bosque siga existiendo. No seamos prejuciosos como la hormiga y aprendamos a conocer el propósito de las cigarras en el mundo antes de condenarlas.

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