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Ensayo sobre la cultura

Las series y las películas

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

A los 75 años, jubilado y con un cáncer controlado, pero que ya no me permite trabajar, tengo que encontrar en qué ocupar mi tiempo. La lectura siempre ha sido mi pasión y a eso he dedicado mis mañanas. No se puede leer todo el día y no hay presupuesto que me lo permita. Por lo general no re leo, ando en busca de las novedades, aunque esas, con el tiempo, van escaseando.

En la industria editorial y ahora en la industria audiovisual, llámese stream o como quiera, está pasando un fenómeno, los libros y series que tienen continuación, se tardan mucho en ofrecer las siguientes temporadas; ya cuando algunas llegan a lo mejor se te olvidan datos de la primera y tienes que volver a recordarlas. 

Hay algunas continuaciones que estoy esperando; en el campo de la literatura, la serie de Posteguillo sobre Julio Cesar, va en el segundo tomo y son seis, La biografía de Gabriela Mistral, son tres prometidos y va uno, como ejemplo.

Lo malo no es que se tarden, piensas que llegarán; y de repente encuentras la información de que han sido cancelados; la causa más común es la muerte del autor; Fernando del Paso escribió una historia de las religiones y sólo se publicó un tomo de tres prometidos.

Esto lo puedo entender en los libros, pero me cuesta más trabajo en las series. Se cancela la serie: Madam Serpiente es un ejemplo.

Ya dije que por la mañana leo y por la tarde veo la televisión. Se supone que hoy la oferta es muy amplia y, por lo tanto, más onerosa; no lo puedes tener todo a tu disposición. Aunque el ofrecimiento es la constante renovación, en realidad no se da tanto. 

Hay veces que se acaban las opciones y nada más estás dándole vueltas a las series o películas que ya no llaman tu atención.

A lo mejor, el problema no es cuestión del medio o de las editoriales, sino de los gustos que puedas tener. Hay cosas que son muy comerciales, a todo mundo le gusta, y hay cosas que no lo son tanto. Si estás en este segundo rango, batallarás. 

Pero de que somos mercado, lo somos, chiquito; que muchas veces la falta de abastecimiento le impide crecer. Pues entonces, hay que pagar el pecado; este mercado chiquito puede desaparecer y ya no será problema.

¡Cuántos de ellos han ido desapareciendo! Por ejemplo, la música instrumental de los años sesenta y setenta. Puede que te acuerdes de Ray Conniff pero no de Percy Faith. El vals ya ni las quinceañeras lo bailan. La música clásica sobrevive porque ha habido un interés en que los jóvenes se acerquen a ella con todas las orquestas juveniles que han surgido.

Inversión; en este tiempo hay que invertir en la producción de las cosas; por lo general, lo haces para sacar una ganancia, la máxima. En el plano comercial e industrial es la norma. Nadie invierte para no ganar.

Bueno, hay veces que se puede invertir para no ganar. A eso, se supone, dedican las instituciones culturales y las fundaciones. Sin ellas no se tendrían muchas de las cosas de las que se pueden disfrutar hoy en día. 

Hay que tener cuidado con los apoyos de las fundaciones, porque como vivimos en sistemas corruptos, las buenas intenciones sólo pueden ser pretexto para ponerse el dinero en los bolsillos particulares, o una manera de no pagar tantos impuestos. La desconfianza viene de la experiencia.

Sin lugar a dudas, hay programas que promueven la cultura y que le invierten a esos mercados donde hay pocas ganancias. Pero, como digo, hay que saber supervisarlos y administrarlos. No dice que hay un gran interés en la promoción de la lectura, el apoyo se da; pero, y ¿los resultados? ¿Alguien los ha medido?

Vuelvo a las opciones de la lectura y de la tele. Mantener los pequeños mercados es tratar de elevar el nivel cultural del pueblo. Te preocupa mucho la profusión de escuelas; pero no en el deseo de las personas de saber más.

Me gustan las series históricas, de libros, buenos dramas. No hay mucho de ellas, pero hay algo. Uno esperaría que hubiese un poquito más.

A esto se le llamaría invertir en la cultura; más en tiempos de caos, es en lo que menos se invierte.

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