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Las palabras tienen la palabra

JUAN RECAREDO.-

Esos tipos que andan por aquí y por allá, cantando con una guitarra y llevando una vida en la que parece que encadenan una fiesta con otra, son los que llamamos bohemios.

El bohemio hace ver que lleva una vida placentera, sin responsabilidades fuertes de tipo cotidiano, sin problemas como el de que se nos olvidó pagar el recibo de la luz o hay que presentar la declaración anual ante Hacienda.

Pues qué bien por ellos, pero ¿por qué les llaman así a los bohemios? Existen versiones muy contradictorias sobre su origen.

Una leyenda muy difundida mundialmente dice que, a unos pueblos nómadas, envidiablemente despreocupados que llegaron a Europa Central en el siglo XV, se les creía procedentes de Egipto por lo que se les llamó egiptanos.

Como a las palabras les sucede lo mismo que a los frijoles cuando los dejamos fuera del refrigerador —se descomponen—, a los supuestos egiptanos con el tiempo se les llamó gitanos y a pesar de, o tal vez precisamente por causa de su vida errante, despertaban muchas envidias pues se dedicaban de tiempo completo a tocar el violín y a hacer el amor con singular alegría. Esa era su chamba.

Se dice que cuando los gitanos llegaron a París se creyó que venían de Bohemia, una parte de lo que fue después Checoslovaquia y ahora es la República Checa.

Lo que “no checa” es que se les haya llamado bohemios por esa sencilla suposición y menos que aún en la actualidad se les siga llamando así a quienes, como aquellos, dedican la mayor parte de su vida a quehaceres tan agradables como los antes mencionados: cantar, bailar, beber y “darle vuelo a la hilacha” con preocupaciones que no van mucho más allá del momento presente. Para eso se necesita cierto tipo de carácter y no cualquiera lo tiene.

Yo tengo recuerdos de la niñez, de que cuando los gitanos hacían su aparición por nuestra tierra, les teníamos mucho miedo porque dizque se robaban a los niños para llevárselos con su tribu y hacían otros tipos de maldades. Eso se decía… y la malévola fama los envolvía en una especie de halo que les daba cierto carácter de sobrenaturalidad.

Sólo que nosotros no les llamábamos bohemios ni gitanos. Nosotros les decíamos “húngaros” seguramente por alguna leyenda como las que acabo de narrarle, porque no creo que tuvieran nada de procedencia magiar. De pasadita si me lo permite déjeme decirle que a los húngaros los conocemos también como magiares porque en el idioma de ellos así se dice. O más bien así se escribe: la República de Hungría en idioma húngaro es Magyarország.

Pues sean bohemios, gitanos o húngaros, la verdad es que se les envidia porque ellos se atreven a vivir esa vida de despreocupación y jolgorio y usted o yo, no. Ahí está la diferencia.

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios. donjuanrecaredo@gmail.com, X: @donjuanrecaredo.

ME PREGUNTA Roberto López: Señor Espinosa, es totalmente falso que al referirse a los paseños está hablando de los paceños de BCS.

LE RESPONDO: Gracias por su observación. Sin embargo, el Diccionario Geográfico Universal publicado por Guido Gómez de Silva, miembro numerario de la Academia Mexicana de la Lengua, dice muy claramente que el gentilicio de los nacidos en la capital del estado de Baja California Sur, es paseño. Esa es mi fuente.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA: La mujer quiere que su hombre sea como el café: rico, muy caliente, con buen cuerpo y que la mantenga despierta toda la noche.

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