Lo que revela tu enojo al conducir, según la psicología

Conducir forma parte de la rutina diaria: ir al trabajo, recoger a los hijos o hacer las compras. Sin embargo, para algunos, esta actividad se convierte en un detonante de enojo y tensión que transforma al conductor más tranquilo en alguien irascible y agresivo. A este fenómeno se le conoce como “ira del conductor”.

La psicología explica que esta reacción surge de varios factores. Uno de ellos es la tolerancia a la frustración.

Los atascos, los peatones imprudentes o los autos que rebasan de forma indebida generan malestar que, en personas poco tolerantes, se convierte rápidamente en ira.

Otro elemento es la tolerancia al estrés. La vida moderna aumenta la presión cotidiana, y al trasladarse al volante, las demoras y el comportamiento de otros conductores elevan el nivel de tensión. Quienes no manejan bien el estrés son más propensos a reaccionar con agresividad.

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También influye la interpretación que damos a la conducta ajena. Si percibimos que otro conductor actúa por egoísmo o mala intención, es más probable que respondamos con enojo, insultos o incluso con conductas de riesgo.

La psicología advierte además sobre la sensación de “seguridad” del automóvil, que actúa como una armadura. Esa percepción reduce la contención social y facilita la expresión de insultos, claxonazos o maniobras peligrosas que en un entorno cara a cara probablemente no ocurrirían.

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Este comportamiento puede ser bastante beneficioso

Entre los comportamientos más comunes están el uso excesivo del claxon, los insultos y las luces largas, pero también existen reacciones más graves como perseguir a otro vehículo o buscar el enfrentamiento directo.

¿Cómo mantenerse tranquilo?

Especialistas recomiendan técnicas de relajación, planificar los trayectos con tiempo y evitar interpretar de inmediato las acciones de otros como provocaciones. 

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Pequeños cambios previos al viaje diario disminuyen tensión al volante notablemente