Miedo a interactuar
Miedo intenso a ser juzgado, angustia porque otras personas noten signos de ansiedad, evitar participar en actividades sociales y preocupación para interactuar con personas nuevas, son algunos de los síntomas emocionales y conductuales de una persona con trastorno de ansiedad social.
Esta condición, común dentro de los trastornos de ansiedad, provoca en quien lo padece un miedo profundo en contextos donde sienten que otros pueden observarlos, evaluarlos o juzgarlos.
Actividades tan habituales como hablar en público, pedir ayuda en una tienda, asistir a una entrevista laboral, responder en clase o incluso comer frente a otras personas pueden generar un nivel significativo de angustia.
Este temor, señala el National Institute of Mental Health (NIH), suele percibirse como incontrolable, llega a interferir con la vida diaria y puede llevar a evitar eventos o actividades sociales durante semanas.

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En estos meses sus síntomas pueden incrementarLa calidad de vida
Este tipo de ansiedad suele experimentarse durante la infancia o adolescencia, y muchas veces puede confundirse con que la personas es “muy tímida”. Sin embargo, impacta varias áreas de la vida, como la capacidad de relacionarse con otros, estudiar, trabajar y desenvolverse en el día a día.
Según el NIH, afecta con mayor frecuencia a mujeres, sobre todo en la adolescencia y la adultez joven.
Si se logra atenderse con los especialistas adecuados, preparados en la atención a la salud mental, es posible que con un tratamiento adecuado y una red de apoyo se puedan manejar los síntomas y mejorar significativamente la calidad de vida.

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Un estudio internacional permite analizar cómo una nueva variante del virus responsable del aumento de brotes de gastroenteritis en el mundo ha logrado adaptarse y expandirseSeñales físicas y emocionales
La persona que padece “fobia social”, como también se conoce al trastorno por ansiedad social, es común que se sonroje, sude o tiemble cuando debe interactuar con otros. Es común también que su corazón lata rápidamente, que experimente malestar estomacal o que su mente “se quede en blanco”, como lo enlista el NIH.
Físicamente, también se puede presentar rigidez corporal, hablar muy bajo, evitar constantemente el contacto visual o sentirse incapaz de iniciar conversaciones, aún cuando haya un deseo de participar en ellas.
Asimismo, el miedo a ser juzgados puede llevar a que eviten concurrir ciertos lugares o a analizar en exceso sus acciones.
En el caso de los niños y adolescentes, que aún no aprenden a identificar, regular o ser sinceros con sus emociones, pueden presentarse quejas frecuentes de dolor de estómago, cabeza, rechazo a asistir a la escuela, dificultad para hacer amigos e incluso episodios emocionales intensos en situaciones sociales.
¿Qué lo ocasiona?
El NIH expone que no hay una razón única de por qué surge la fobia social. Sin embargo, se ha identificado una combinación de factores genéticos, biológicos y ambientales. La herencia puede aumentar la predisposición, pero no determina por completo el trastorno.

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Recetas fáciles y nutritivas para quienes quieren una cena sana sin sacrificar el ambiente festivoPor otra parte, algunas áreas del cerebro relacionadas con el temor y la ansiedad funcionan de manera distinta en estas personas, por lo que se recomienda que un profesional de la salud mental sea quien analice los síntomas, su duración, la frecuencia y su impacto. Incluso puede realizar un examen físico para descartar causas médicas que no estén relacionadas, ya que, según el NIH, a veces se llega a confundir con estrés, o falta de ánimo para interactuar con otras personas.
Su abordamiento
El tratamiento de la ansiedad social suele combinar psicoterapia, medicamentos o ambos. La terapia cognitivo-conductual es una de las más efectivas, destaca el NIH, ya que enseña nuevas formas de pensar, gestionar emociones y relacionarse con el entorno, además de permitir practicar habilidades sociales. Dentro de esta misma terapia, la exposición gradual a los temores ayuda a reducir la evitación.
Otra alternativa es la Terapia de Aceptación y Compromiso, que promueve la atención plena y la acción guiada por valores personales, es decir, que la persona se centre en vivir el momento social y lo haga al ritmo que mejor le parezca, empezando un proceso de aceptación con el acto de interactuar con otros y en ciertos lugares.