Llegada la Cuaresma el Obispo de cierta diócesis norteña les pidió a sus sacerdotes que hicieran junto con él la promesa de no comer carne en ninguno de los 40 días que dura esa época penitencial.
Un señor cura hizo el voto que demandaba Su Excelencia. La primera semana lo cumplió, pero pasados esos días lo acometió el deseo de la carne. De la de comer, digo. Fue entonces a un restorán especializado en cabrito, esa delicia cuya sabrosura es causa justificada para incumplir cualquier promesa. Le preguntó al mesero:
-¿Tienes hipocampo?
El camarero ni siquiera conocía la palabra, de modo que prontamente respondió que no. Inquirió entonces el presbítero:
-¿Tienes medusa?
-Tampoco -se desconcertó el muchacho.
-¿Y erizo de mar?
-Aquí no hay nada de eso -se impacientó el mesero-. Lo único que tenemos es cabrito.
Dijo el buen padre alzando los ojos al Cielo:
-A ti te consta, Señor, que pedí mariscos y no había.
En seguida se volvió hacia el mesero y le pidió:
-Entonces tráeme una riñonada.
LA JUVENTUD DEL ESPÍRITU
"Juventud, divino tesoro", escribió Rubén Darío en su poema "Canción de otoño en primavera". Y sí, la juventud es un tesoro. Sin embargo, no sólo importa la edad cronológica, sino también la juventud del espíritu: la pasión por la vida, la creatividad y el deseo de seguir aprendiendo e iniciando proyectos sin importar los años.
Si bien los jóvenes suelen tener más ímpetu y energía, muchas personas han alcanzado el éxito o iniciado proyectos después de los 50 años. En la literatura, Viktor Frankl publicó El hombre en busca de sentido cuando estaba cerca de los 60, y continuó escribiendo y desarrollando la logoterapia hasta el final de su vida; a los 58 años José Saramago publicó su primera obra relevante, Levantado del suelo, y recibió el Nobel de Literatura a los 76; y Frank McCourt ganó el Premio Pulitzer con su primera novela, Las cenizas de Ángela, a los 66 años.
En la ciencia, Barbara McClintock ganó el Nobel de Medicina a los 81 años y Edwin Krebs lo obtuvo a los 74. En los negocios, John Stith Pemberton fundó Coca-Cola a los 55 y Harland Sanders creó Kentucky Fried Chicken a los 65.
El deporte y el arte también ofrecen ejemplos inspiradores. En el primer ámbito, Roy Englert comenzó a correr a los 60 años y, a los 96, rompió el récord mundial de 5 km en su categoría. Betty Goedhart inició clases de trapecio a los 78 y obtuvo el Récord Guinness en 2019, a los 86 años, como la trapecista más longeva. En el arte, Paul Cézanne consolidó su estilo después de los 50 con obras como Los jugadores de cartas, y Georgia O'Keeffe también había superado esa edad al alcanzar la fama con sus pinturas del suroeste estadounidense.
Estos casos no son excepcionales ni aislados. Investigaciones en psicología y neurociencia demuestran que la edad no es un obstáculo para la creatividad ni para el emprendimiento. Estudios del Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de Northwestern indican que la edad promedio de los emprendedores más exitosos es de 45 a 50 años, y que la experiencia acumulada suele ser clave para alcanzar el éxito.
Entre las opciones para mantener un espíritu joven tenemos las siguientes: 1. El psicólogo Viktor Frankl señala que encontrarle un sentido a la vida mantiene la motivación incluso en la vejez. 2. Carol Dweck, de la Universidad de Stanford, sugiere que una mentalidad de crecimiento fomenta la creatividad y la resiliencia. 3. Estudios de la Universidad de Harvard han evidenciado que el aprendizaje continuo y la actividad física preservan la vitalidad y el bienestar. 4. Existen evidencias de que mantener relaciones sociales influye en nuestra percepción del envejecimiento, y establecer vínculos de amistad ayuda a mejorar la salud física y emocional. 5. Se ha descubierto que la plasticidad cerebral permite adquirir nuevas habilidades a cualquier edad. La clave es aceptar retos y mantenerse en constante evolución.
En definitiva, la edad no define nuestras capacidades ni nuestro valor. La verdadera juventud radica en la actitud, la curiosidad por lo que nos rodea y el deseo de seguir creciendo. Mientras conservemos viva esa chispa, siempre habrá nuevos caminos por explorar.