Presentan libro por 25 años del Tumbao

El Tumbao es un refugio de ladrillos viejos, un soneto a la resistencia de escalones interminables. Isidro (Chilo) y Adolfo Hernández crearon el hogar de muchos, que con el tiempo se convirtió en el lugar de siempre. Este jueves 19 de diciembre, en punto de las 20:00 horas, se llevó a cabo la presentación del libro conmemorativo por los 25 años de este espacio cultural independiente. El volumen, publicado bajo el sello lagunero de Cravioto Editores, no sólo narra la historia de un inmueble, sino también la una parte de la memoria del quehacer artístico independiente en la región.

Fundado en el año 2000, cuentan los ayeres que de pronto el Tumbao se vio rodeado por las balas, berridos de torretas y la incertidumbre de una realidad mal escrita. Eran tiempos complicados, de una supuesta guerra contra el narcotráfico que llenó de pólvora el aire, pero también una época de una necesidad de expresión incontenible. Por eso sus muros resistieron y en ellos se han escrito historias como las incluidas en esta antología llena de memoria y bohemia.

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El Tumbao es cultura, un escenario que no rinde cuentas a nadie y que se las arregla a solas. Bajo sus vigas de madera se han realizado obras de teatro, funciones de danza, conciertos, exposiciones artísticas, proyecciones de cine, talleres de literatura; la irreverente academia de un letrado extrarradio reside ansiosa en sus recuerdos. El Tumbao es el niño feo del barrio, el rechazado que todavía se atreve a fungir como foro, a pesar de que el estruendo capitalista de los bares circundantes y un “progreso” insaciable de ambiciones intenten apagar su voz.

Dicen los doctos de la arquitectura que un edificio cumple su funcionalidad al momento de ser habitado. El Tumbao no sólo es un inmueble, también es conformado por la gente que acude a él y le da vida. Alejado del oficialismo, este sitio se ha convertido en un faro necesario para la pluralidad de voces.

Las memorias contenidas en este volumen están vivas, laten con el corazón de un sobreviviente. Hablan de instantes y enmarcan sucesos fraternales sobre la calle Galeana. “Yo creo que cuando el Tumbao deje de existir, Torreón también desaparecerá”, escribe uno de los auto res. Hay encuentros entre amistades, pláticas entre compas, incluso historias de parejas, como relatos del primer beso entre dos enamorados.

En el Tumbao también se recuerda a quienes ya no están. El foro libera sus lágrimas y lanza un beso al cielo por los que se fueron. ¿Qué dirá el maestro Jorge Alcorcha desde ese escenario hecho de nubes donde ahora reside? ¿Qué anécdotas hubiese plasmado en este libro? Aquí se escribe también un altar para él y muchos otros, en un eco que seguirá resonando en el infinito.

Hubo un tiempo donde el Tumbao tuvo que cambiar su sede a la avenida Allende y a pesar de eso nunca perdió a sus feligreses. Hoy se encuentra de nuevo en la calle Galeana y observa como un faro la metamorfosis de un centro histórico voluble ante las especulaciones inmobiliarias.

Por eso y más se invita al lector a leer estas conversaciones entre artistas, creadores culturales, grabadores, escritores, periodistas y gente de a pie. Se exhorta a aquellos que no conozcan el Tumbao a que acudan a sus puertas y suban sus escalones. Una vez ahí, se recomienda salir al balcón y dejar que las noches del Tumbao narren sus relatos.