Cuando escuchamos que México ocupa el primer lugar en algo, pocas veces se trata de buenas noticas. En esta ocasión se trata de la tasa de embarazo adolescente en los países de la OCDE. Es decir, que en nuestro país son muchas las niñas entre 10 y 19 años convirtiéndose en madres (cerca de 150 mil al año) , esto está habitualmente vinculado a la pobreza, la desigualdad de género que atenta contra la autonomía de las mujeres, las barreras de acceso a servicios de salud y sobre todo a la falta de educación sexual integral tanto de ellas como de quienes las embarazan.
Por eso les invito a reflexionar sobre la circunstancia que sí está en nuestras manos: la educación sexual, que idealmente debe empezar en casa, pero con la que muchas papás y mamás pueden sentirse perdidos, sin saber muy bien cómo o cuando abordar estas conversaciones, por el ir y venir de la rutina diaria y quizá el miedo a "regarla". Otros le apuestan a la prohibición y a hablar únicamente de abstinencia sin tocar el tema de la prevención de enfermedades, la anticoncepción e incluso el consentimiento, convirtiéndose en policías de las buenas costumbres, desaprovechando la oportunidad de que sin perderlas puedan ser los primeros adultos a quiénes recurran con dudas.
Hoy en día está en boga hablar de crianza amorosa y respetuosa, pero la asociamos más a las y los niños pequeños. Nuestros adolescentes necesitan de nosotros conversaciones claras, abiertas, sin juicios preconcebidos y en las que les veamos como individuos que toman sus propias decisiones, para que con la información que les demos y la confianza de contar con una red de apoyo puedan tomar las que les son mejores.
Tomemos en cuenta la sobreexposición a contenidos en las redes con la que se compite aun cuando se pongan controles y límites en el uso de dispositivos e internet; y si bien, cada familia decide cuándo es el momento adecuado de platicar sobre sexualidad es importante llegar antes de los retos y tendencias, la presión por pertenecer y ser aceptados y lo que vio algún amigo y le compartió en línea. No solo por el riesgo a la desinformación, sino por la calidez, los valores y el reforzamiento al amor propio que un papá, una mamá o la tía consentida pueden agregar.
Aprovecha el periodo vacacional, ármate de valor y amor y habla con tus hijas e hijos en pubertad y adolescencia abordando los temas de acuerdo a su edad. Puedes empezar conversando sobre menstruación y cambios en el cuerpo, tanto de mujeres como varones, y conforme escuchas sus dudas y opiniones, aumentar la información. Tampoco se trata solo de hablar de píldoras y condones, platiquen sobre la importancia de entablar relaciones sanas, de responsabilidad afectiva, de respetar cuando les dicen "no" e incluso de cuáles serían los escenarios en caso de un embarazo (propio o de la pareja) a esa edad. Hazle saber que en ese caso también le apoyarías, pero expón todas las razones con ejemplos de todos los ajustes que tendrían que hacer a su propia realidad, de por qué eso no sería lo ideal. Saber que no estarían solas o solos en una situación extrema les ayuda a reforzar la confianza familiar y a sentir que comprendes que están creciendo y respetas su albedrío. Dentro de ese marco es más probable que pidan tu opinión, que escuchen los consejos que les ofreces y que se faciliten las pláticas bilaterales que te permitirán conocerle mejor
Está muy bien hablar de responsabilidad y de disfrutar cada etapa de la vida sin prisa, pero solo decirles "no es bueno que tengas relaciones hasta que te cases" no es suficiente para educar porque nunca va a faltar alguien más que les diga que tiene otros datos.
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