Oye, te voy a contar un secreto.
Es tu energía, sí, tu energía, lo que hace que la gente se enamore de ti… o no.
Es cómo los haces sentir cuando estás alrededor:
¿Sienten frío o sienten calor?
¿Les robas una sonrisa de alegría,
o los aplastas con señalamientos y los aburres con monotonía?
No es tu físico, ni tu estatus social, ni tu puesto de poder.
Es tu vibra lo que te hace magnético, único, lo que quieren ver,
lo que te hace inolvidable, lo que te hace ser.
Te lo repito: es tu energía. Atraemos lo que somos,
lo que cuidamos, repetimos y cultivamos,
lo que vibramos y proyectamos.
Lo bueno y lo malo, y a los demás, con esto impactamos.
Sé selectivo con quién compartes tu tesoro más preciado.
No todo el mundo merece tener la luz que has logrado.
Consciénciala, nútrela, desarróllala, y cuando sea inmensa,
compártela, expándela, hazla más grande sin resistencia.
Haz que tu brillo sea tan grande
que sea posible verte y sentirte, aunque estés lejos, incluso en los Andes.
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