Llegar a los 40 puede sentirse como un cruce de caminos. Tal vez has criado hijos, construido una carrera, acompañado a tus padres… y ahora te preguntas: "¿Qué sigue para mí?"
Esta etapa no es el fin de nada. Es el inicio de algo mucho más tuyo. La segunda mitad de la vida puede ser la más auténtica, libre y significativa.
Creo que la clave para fluir con más conciencia en esta etapa es construir una nueva versión de nosotras, con menos máscaras y más verdad.
Llevo un año trabajando en mis sesiones de terapia la sensación de finitud, esa finitud que llega con el peso de una edad que NO determina nada, más que la oportunidad de vivirnos con mayor plenitud.
Hay cinco ejes interesantes que han ayudado a mi comunidad de mujeres increíbles más cercanas a sentirse renovadas:
EL REDESCUBRIMIENTO: ¿QUIÉN ERES HOY?
Las mujeres vivimos cumpliendo roles: madre, pareja, profesional, cuidadora. Pero... ¿y tú? ¿Dónde quedaste en esa lista? Pregúntate: ¿Qué me mueve? ¿Qué me cansó? ¿Qué necesito soltar? La autenticidad empieza cuando te das permiso de escucharte. De verdad.
REDEFINE QUÉ SIGNIFICA EL ÉXITO
¿Tenerlo todo? ¿Ser productiva todo el tiempo? ¿O vivir tranquila y en paz? ¿Es tener tiempo para ti? ¿Un trabajo con propósito? ¿Relaciones más sinceras? A esta edad, muchas mujeres se dan cuenta de que el éxito real no es lo que la sociedad impone, sino lo que el alma necesita. Necesitamos un espacio en este mundo a nuestra medida, hecho por nosotras para nosotras.
HAZ PEQUEÑOS (O GRANDES) CAMBIOS CON VALENTÍA
A veces, ser auténtica implica decir "esto ya no es para mí". Y eso puede ser incómodo, pero profundamente liberador.
Empezar algo nuevo. Dejar una relación que pesa. Poner límites por primera vez. Volver a estudiar, bailar, crear. Enfocarte en descubrir cuáles son los detalles que te hacen reír descontroladamente, que te hacen vibrar, que te hacen tener propósito.
RODÉATE DE PERSONAS QUE TE VEAN DE VERDAD
Aquellas con que puedas ser 100 % tú, sin explicaciones. Esta etapa merece relaciones reales, conversaciones profundas y amistades que sumen, no que desgasten. Armar tu "círculo de verdad", ese que te escuche desinteresadamente, que anime a crecer, que no frena, que acompaña, que ayuda y que motiva e impulsa.
Y LA ÚLTIMA, Y MÁS PROFUNDA PARA MÍ: ELIGE LA PAZ SOBRE LA PERFECCIÓN
Ya no tenemos que probarle nada a nadie. Podemos dejar de exigirnos todo, todo el tiempo. La autenticidad también es suavidad. Es cuidarte más. Es mirar tu cuerpo, tu historia y tus decisiones con más compasión que crítica. Estamos en el momento perfecto para ser nosotras, sin pedir permiso. Nuestra segunda mitad puede ser la mejor. No es tarde. No estamos "empezando de cero". Estamos arrancando desde la experiencia, desde la claridad… y desde el deseo de vivirnos a fondo. La autenticidad no se compra ni se finge: se cultiva, día a día, con decisiones pequeñas pero honestas. Y tú, ¿qué parte de ti estás lista para recuperar?
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