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'Yo nací para ser médico, amo mi profesión': oncólogo pediatra Enrique Eduardo López

El médico Enrique López Facio, destaca la satisfacción de ver a un paciente recuperar su salud

'Yo nací para ser médico, amo mi profesión': oncólogo pediatra Enrique Eduardo López

'Yo nací para ser médico, amo mi profesión': oncólogo pediatra Enrique Eduardo López

ANGÉLICA SANDOVAL

Hay veces que la falta de vocación pasa factura, pero la trayectoria profesional del médico oncólogo pediatra, Enrique Eduardo López Facio, no surgió por influencias externas sino por un llamado interno a la práctica de la medicina, impulsado por el deseo de velar por la salud de niños, niñas y adolescentes que son diagnosticados con cáncer en la región lagunera.

Ser doctor, en una especialidad médica tan sensible, ha sido sinónimo de entrega, empatía, acompañamiento, sacrificio, altruismo, generosidad, y esfuerzo, el cual ha dado frutos: que sus pacientes pediátricos restablezcan su salud, bajo la premisa de que un diagnóstico oportuno puede salvar vidas.

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López Facio, es originario de Torreón, Coahuila. Su padre Enrique es médico veterinario y recuerda que cuando era niño, prestaba atención en las intervenciones que realizaba para tratar a los animales, de manera que fue ahí cuando comenzó a despertarse su  interés por la medicina, aunque el verdadero proceso de autoconocimiento llegó cuando estudiaba en la Preparatoria Luzac.

"Ahí te encaminas hacia qué rama te quieres ir, hacia humanidades y exactas, entonces me fui por las ramas exactas, de medicina y cálculo y no sé en qué momento pero ya no me vi haciendo otra cosa más que médico", expresó.

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Ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Coahuila (UA de C) Unidad Laguna, cursó el internado médico y fue hasta que hizo su servicio social, en una unidad de primer nivel de la comunidad de La Ventana, del municipio de Viesca, donde tomó la decisión de especializarse en Pediatría. Regularmente, en esas zonas rurales, el servicio de salud se presta en situaciones precarias, con pocos insumos, medicamentos y herramientas de diagnóstico.

López Facio, rememora que llegó un niño muy grave a la clínica con una ruptura del esófago, debido a que se había tragado una moneda y no recibió atención oportuna.

"Entonces llega el niño con paro cardiaco, veo al niño que está sin tono muscular, lo paso inmediatamente a la unidad y empiezo la reanimación, se trasladó al hospital (a 40 minutos de la unidad rural) y evidentemente no tenía signos vitales. Desde ese momento, yo dije: 'quiero ser pediatra'".

Formación profesional Su formación profesional, conllevó alrededor de 12 años; estuvo en el Hospital Infantil del estado de Sonora, donde hizo tres años de Pediatría y en el segundo año de la residencia médica (R2), optó por Oncología Pediátrica en la UNAM, una especialidad exigente, tanto en el aspecto profesional como en lo emocional.

"En Oncología, yo al estar en segundo año de Medicina, pues tenía la falsa perspectiva de que era muy triste, de que los niños fallecían, de que era una profesión muy difícil y realmente te das cuenta que no es así, los niños se pueden llegar a curar, son muy agradecidos, los papás, convives mucho con ellos, te encariñas mucho, porque un padecimiento oncológico en un niño, por ejemplo la leucemia, que es lo más común, tardas tres años atendiéndolos.

Y luego una vez que los tratas tres años, la vigilancia dura otros cinco, o sea que de entrada, tú ves a un niño más de diez años, tú los ves crecer, tener novia, ahorita tengo pacientes  que tienen hasta hijos, es una profesión muy bonita", comentó.

El doctor subrayó que pese a toda su preparación, no fue fácil incursionar en el campo profesional, sobre todo porque hace años, en la región no se trataban a pacientes pediátricos oncológicos y se canalizaban a otros estados del país, como Nuevo León.

Después de picar piedra en el sector de salud público, se abrió la posibilidad de desempeñarse como oncólogo pediatra en la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) número 71 del IMSS; posteriormente hizo lo propio en el Hospital  General de la Secretaría de Salud donde estuvo unos años y hoy en día, también labora en el Hospital Regional de Alta Especialidad (HRAE) del ISSSTE.

En el medio privado,  estuvo en el Sanatorio Español y actualmente brinda servicio en el Hospital  Ángeles y en el Hospital  Infantil Universitario; además, está certificado por  el Consejo Mexicano de  Oncología.

Fortaleza y resiliencia En febrero, Día Mundial  de la Lucha contra el cáncer infantil y en septiembre, mes de la concientización del cáncer infantil, desde hace más de cinco años, López Facio también brinda consultas gratuitas con fines de detección oportuna, con apoyo del Hospital Ángeles.

El médico, no duda en decir que los menores con diagnóstico de cáncer, le han enseñado la fortaleza y la resiliencia, porque pese a que tienen comprometida su salud, tienen deseos de jugar, sonreír y ser felices. Con sus familias, ha tratado de inspirarles valentía y de llevarles un mensaje de esperanza, confianza y tranquilidad. Dijo que ver a un paciente recuperar su salud es muy satisfactorio, y que ello lo motiva a seguir creciendo como médico, y sobre todo como ser humano.

El oncólogo pediatra, destaca que la clave del éxito de su vida profesional y personal, es buscar el equilibrio, porque también disfruta mucho pasar el tiempo con su familia, especialmente con sus dos hijos. Quiere que lo recuerden como un médico que acompañó y quiso a todos sus pacientes, a quienes perdieron la batalla contra el cáncer, a todos aquellos que continúan en tratamiento, a quienes están en vigilancia y a quienes ya superaron la enfermedad. A su familia, especialmente a sus padres Enrique y Verónica y a Dios, les dice "gracias" porque sin su apoyo, no hubiese tenido la posibilidad de ayudar a tantas personas.

"Yo nací para ser médico, amo con pasión mi profesión, no me veo haciendo definitivamente otra cosa más. Vivimos tiempos diferentes pero a pesar de todo, es reconfortante y vale la pena seguir siendo médico", concluyó.

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