El escritor e historiador Pedro Salmerón. EL SIGLO DE TORREÓN / Enrique Castruita
La influencia de Francisco Villa sigue latente en Gómez Palacio y el resto de La Laguna. Fue en el cerro de la Pila de esta ciudad donde el caudillo libró la batalla más importante de su andar revolucionario. La noche del 25 marzo de 1914, los cañones y rifles resonaron en la loma de piedra. Aquello fue un encontronazo entre la División del Norte y las tropas huertistas, el cual para muchos historiadores tuvo más resonancia en el villismo que la misma toma de Zacatecas.
En el marco del 115 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, el escritor e historiador Pedro Salmerón visitó la Casa Faya de Gómez Palacio para presentar su pequeño libro titulado Pancho Villa.
Lo acompañó Martín Villa, bisnieto del Centauro del Norte y el historiador lagunero Carlos Castañón Cuadros. La actividad fue organizada por la Dirección de Arte y Cultura, aprovechando también la apertura de la casa como un nuevo centro cultural y en el marco del Festival de la Revolución.

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Antes de presentarse, Salmerón revisa los últimos detalles de su ponencia en una computadora. Está en un cuarto de Casa Faya, tras el patio, en lo que se dice que alguna vez fueron las caballerizas. Tiene el sombrero sobre la mesa y Martín Villa le hace compañía. Salmerón toma la palabra para indicar que buscará impulsar en el recinto un museo que narre la Batalla de La Laguna de 1914.
“Queremos ver si hacemos un museo que vea toda la batalla desde el 20 de marzo hasta el 10 de abril, desde Bermejillo hasta San Pedro de las Colonias, pero que se ponga énfasis en que la parte más dura de la batalla se libró en Gómez Palacio (25 de marzo). En realidad, el general Velasco había pensado que iba a ser en Torreón, pero dadas las circunstancias fue en Gómez Palacio. Y el cerro de la Pila... en ese lugar, en toda la historia de México, no sólo en la Revolución, fue donde mayor concentración y poder de fuego hubo en un espacio determinado”.
Autor de libros como Breve historia del villismo, Pedro Salmerón decide compartir una cita de Adolfo Terrones Benítez, oficial de la brigada de Orestes Pereyra: “Esta es digna de mencionarse como una de las epopeyas más cruentas que se han grabado en la historia de la Revolución, puesto que dos mil hombres en campo abierto iniciaron el asalto a las posesiones de un cerro que mide un kilómetro de largo por cien metros de altura, con una pendiente como de 30 grados, cuyas fortificaciones se encontraban perfectamente artilladas y con 600 hombres convenientemente pertrechados que disponían de seis cañones, 12 ametralladoras y además apoyados por el fuego de las baterías del fuego de Santa Rosa y de la Casa Redonda…”.
Hay una lección histórica en ese combate, afirma Salmerón. Le resulta absurdo que los villistas hayan logrado vencer tal estrategia militar en Gómez Palacio y que un años después perdieran la Batalla de Celaya frente al ejército de Álvaro Obregón. Por eso y más, coincide en que la Batalla de La Laguna supera a la acontecida en Zacatecas.

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Este movimiento literario abandona a los fantasmas del folclor para adentrarse en los laberintos de la psique y la fragilidad corporal, donde la ansiedad, la autoimagen y el deseo se vuelven materia narrativa.“Aquí (en Gómez Palacio) se derrota a un total de cinco divisiones, entre los que traía Velasco y los que vinieron de refuerzos. Se derrota a las fuerzas más fogueadas de los irregulares huertistas, orozquistas, con Benjamín Argumedo y Juan Andreu Almazan al frente; una posición muy fortificada en un momento donde la guerra no se había definido. Es esta batalla la que define militarmente la guerra. Inmediatamente después de la caída de La Laguna, Pablo González va a poder tomar por fin Monterrey. Entonces van a tener ya el eje fundamental de la economía mexicana, sitiado Tampico. A partir de ahí, los orozquistas no vuelven a levantar la cabeza”.
Y mientras Martín Villa habla sobre la importancia de mantener vivo el legado del villismo y de la lucha popular, Pedro Salmerón complementa al indicar que es precisamente el involucramiento de las masas lo que pondera a la Revolución Mexicana en la historia del país.
“Para mí, la participación popular, el hecho de que la gente toma su destino en sus manos e incide en él. Decía un revolucionario ruso que, en los tiempos normales, la gente tiene poca manera de decisión frente al régimen, frente al poder; su necesidad es conseguir la comida, el trabajo cotidiano. Pero, las revoluciones rompen eso, las revoluciones son los momentos donde las masas, las mayorías, toman el destino en sus manos y lo cambian. Y creo que eso es primero que debemos conmemorar de la Revolución, que nos convierte en el México que somos”.


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